domingo, 12 de junio de 2016

HOME SWEET HOME por Amaunet





Nada era mejor que volar... Nada.

Bueno, quizás lo era el hecho de poder dirigir tu nave, a tu ritmo y rumbo...
Debía de admitir que desde que su raza, la Tok'ra era perseguida gozaba de mayor libertad que antes. Ahora ya no tenía que rellenar arduos informes, encriptarlos, y comunicarlos a los suyos. Lo único que echaba de menos de aquello, eran las reuniones clandestinas con los suyos para saber qué había puesto Elsara de Pay'tah, qué había copiado mal Coras de Elsara y por lo que se llevaría una reprimenda, que queja había incluido Andros sobre la forma de pilotar de él mismo, o qué nuevo nivel de información les concedería Tatenen mientras les miraba concentrada con las manos en los bolsillos de su túnica Tok'ra. Eso sí lo echaba de menos.
Tras el paso a la absoluta clandestinidad, la separación había sido dolorosa. Ya no podían reunirse en Siwä, y tenían que hacerlo de cuando en cuando y usando métodos bastante poco ortodoxos. Lo bueno era, que con los goa'uld diezmados, ya no tenían que preocuparse de ellos, sólo de la facción del Nuevo Orden, que les buscaban por todos lados en un intento de sofocar cualquier intento de rebelión contra ellos.

Sabía de sus antiguos compañeros porque los veía de vez en cuando, en esas ahora, quedadas clandestinas. Siempre estaban en contacto y la red creada era lo suficientemente segura como para buscar y trazar planes nuevos para regresar a Siwä en algún momento.
Pero de clandestinidad, Hiram sabia demasiado. No le era para nada desconocida. Toda su existencia, sus vidas vividas hasta ahora, habían tenido mucho de ello.
Y él era muy bueno en lo suyo. Y si no que se lo contaran a Salomón y a los habitantes de entonces en Tauri, y de ahora... que vivían en total ignorancia del alguien como él. Lo gracioso, es que no hay nada mejor que volar... y crear tu propia leyenda.
Miró el panel de control de su nave mientras sonreía para sí mismo. Aún le parecía gracioso que se le recordara como "El Grande", y que muchos lo pusieran en entredicho. Pero él si conocía la verdad. Sólo él sabía que se había forjado su leyenda en su propio primer hogar, y que en realidad... todos eran el mismo.



Ahora ya no tenía un hogar como tal. Su hogar era el espacio y allá donde su nave le llevara.
En aquel momento, a la Galaxia Pegaso, y según marcaba su posición, no tardaría mucho en llegar. Preparó el sistema para la salida del hiperespacio, había avisado de su llegada, no quería sorpresas. Ya había tenido suficientes estos últimos meses. Lo bueno de ser Hiram, es que conoces a mucha gente, y mucha gente te abre las puertas cuando eres contrabandista de buen rollo. En cuanto avisó al SGC de llevar una estupenda carga de líquidos nuevos y estar por la zona, estuvieron dispuestos a hacer un trueque. Otra cosa era convencer al equipo SGA principal, que su famoso brebaje nuevo merecía la pena ser cambiado por unas cuantas cosas sin importancia que sabía que Atlantis poseía.
La nave dio un tirón cuando salió del hiperespacio, lo que le hizo recordar que tenía que revisar en algún momento la suspensión de deceleración principal, claro que para eso tendría que convencer a Scar que insistía en llamar a su preciosa nave A´Tuin, y lo peor es que le mandaba croquis y dibujos insistiendo en ese nombre. El último, un poster gigante que en sí a Hiram le encantaba, de no ser porque su nave, no tenía nada que ver con una tortuga.




El sistema de radio produjo un chispazo justo cuando la estática y el planeta donde la expedición Atlantis residía de forma permanente, apareció ante el enorme cristal de su nave. Tendría que recordar también hacer una revisión al sistema, cualquier día tendría un disgusto reapareciendo en el interior del planeta y teniendo su versión privada de "Viaje al Centro del Planeta".

- Atlantis...  "nave festiva" acaba de llegar.- dijo a la radio emitiendo así su aviso.
- Código de seguridad.- dijo alguien con voz seca y anodina al otro lado.
- ¿Nave festiva no es suficiente?
- ¿"Cañones de Los Antiguos" de Atlantis lo son? - Hiram puso los ojos en blanco.
- No deberíais amenazar al que os trae la fiesta a casa, Atlantis. Os costará la afrenta el descuento. Código "aburrido" de seguridad: P29-X77.
- Código aceptado.- se oyó al otro lado.- Tiene permiso para acceder al hangar 23 de la ciudad.
- En serio, haceros mirar lo de los códigos y los nombres de los planetas.- dijo entrando en la atmósfera a gran velocidad y viendo desde la altura la Ciudad de Atlantis rodeada de agua, como siempre.

Como suponía, en cuanto accedió a la ciudad fue bien recibido. El Teniente Coronel Sheppard, y Ronon fueron hasta el hangar, esperaba que el intercambio fuera rápido, pero aunque se dispuso a bajar las cajas con la flamante bebida, la cosa no fue como esperaba.

- De eso nada...- dijo Sheppard acercándose mientras examinaba las dos enormes cajas que Hiram ya había dejado en el hangar. Ronon le miró ceñudo.
- No podrás salir de aquí sin jugártelas.
- Oh venga... ¿Póquer? Él es malísimo.- dijo Hiram señalando a Ronon.
- Ha mejorado un montón su cara de póquer.- comentó Sheppard saludando con un apretón de manos que Hiram recibió amigablemente.
- Vete abriendo una caja.- dijo Ronon escuetamente.
- No puedes decir que no. Estamos listos ya. Cuando nos avisaron de tu llegada con estas provisiones montamos todo.- Hiram no necesitó abrir nada. Sheppard sacó tres botellas de la caja, le pasó dos a Ronon y cogió tres más. ¡Vamos! ¿Qué puedes perder?
- Yo nada. Pero él sí.- dijo señalando a Ronon.
- Apuesto mi pelo a que ésta vez no ganas.- dijo con voz totalmente seria.
- Pésima apuesta amigo.- dijo Hiram.- Las apuestas de póquer hay que pagarlas. Tendrás que cortarte esas rastras.- Ronon se limitó a arquear las cejas convencido.
- ¡Venga! - dijo Sheppard avanzando cargado de botellas. Hiram suspiró. Estaba claro que no saldría de allí tan rápido como esperaba.- Si ganamos no nos cobrarás la mercancía.
- Necesito el trueque, ¿recuerdas John?
- Amigo, sea lo que sea que estas creando con lo que nos has pedido... es una pésima idea. Pero es tuyo si nos ganas a Ronon y a mi a una ronda.
- ¿Y él perderá las rastras? - Ronon se limitó a afirmar.- Vale, no diréis que no os lo advertí.- le arrastraron hacia una de las salas comunes de la ciudad totalmente ambientada... Hiram miró a su alrededor impresionado.- Vaya, no perdéis el tiempo aquí ¿verdad?



John sacó de un rincón vasos de plástico, abrió en pocos segundos el contenido de las botellas y repartió puros entre los tres tras ponerse un sombrero vaquero.

- Póquer descubierto, siete cartas...
- Ya lo sabemos.- dijo Ronon sentándose mientras se llevaba el puro a la boca.- Repetirlo es... inútil.- Hiram se sentó sonriendo de medio lado. Aquella reacción por su parte denotaba que iba a perder, y con ello el pelo. John le pasó las cartas para que repartiera.
- Vale... Si pierdes tendrás que decirnos para que quieres lo que nos has pedido a cambio de las cajas.
- Si te doy esa información tendré que matarte.- comentó Hiram repartiendo.
- Oh venga, ¿y romper nuestra estrecha amistad? - dijo echando una buena bocanada de humo del puro.
- Estrecha amistad comercial.- dijo Ronon mirando sus cartas, Sheppard repartió bebida en los vasos.
- ¿Estáis seguros de...?
- ¡Eh! - dijo Sheppard interrumpiéndolo y levantando su vaso. El resto hizo lo mismo.- Se inaugura así la partida, por la gran amistad comercial.- Los tres hicieron un brindis y bebieron. Hiram tragó el líquido sintiendo fuego en su garganta. Ronon tosió levemente y Sheppard se puso hasta rojo.- ¡Caray! ¡es más fuerte que el anterior!
- Está mejorado... y además puede usarse para arrancar un motor de combustión... de desinfectacte, para mantener a los "kiemsens" lejos y prende de maravilla. Lo llamamos Fée Verte.
- ¡Es buenooo! - dijo Ronon acabándose de un trago su vaso.
- Yo lo tomaría con calma.- dijo Hiram.
- Tranquilo, ya casi aguanta la bebida.- Ronon miró de medio lado a su compañero.
La partida se alargó durante una hora... veinticinco minutos después de haber empezado Hiram ya tenía todas las fichas, Ronon lo miraba achispado sin comprender cómo era posible que Hiram intuyera sus engaños y John estaba demasiado borracho como para pensar con claridad.
- ¿Sabes? Hemos alcanzado un lugar realmente increíble. No solo hay humanos... hay gatos gigantes.- Hiram frunció el ceño pensativo ante el comentario que el teniente coronel trabaja de explicar sin que se le trabara la lengua.- Hay humanos, y hay unos tipos que parecen árboles, pero con cuerpos de personas... Y otros que son del tamaño de niños con orejas enormes y bastante feos. Pero los que son impresionantes son los gatos gigantes.
- Dice la verdad.- comentó Ronon terminándose su sexto vaso.
- Ya... me suena familiar el sitio, y tu vas de farol.- dijo a Ronon muy serio mostrando sus cartas. Ronon emitió un gruñido al ver que de nuevo perdía.
- Gatos que andan a dos patas, fieros como leones...- dijo John mirando sus cartas.- Y los seres orejotas como niños...
- Ya tengo bastante con dos niños, y no soy muy fan de los gatos. Y os lo dije... habéis perdido.- dijo con una enorme sonrisa.- Me debéis mercancías y tu... tu pelo.
- Exijo revancha.- exclamó Ronon.
- Será la próxima vez chicos, dado que vuestros suministros de bebida han de ser siempre colmados, volveré con más.
- Es horrible estar rodeado de agua y no poder beberla.- dijo Sheppard.- Lo siento amigo.- dijo mirando a Ronon.- el pelo te crecerá pero ya no será lo mismo. Ya no parecerás Aquaman, en este lugar... rodeado de agua.
- Vale, para ser un chiste, te has lucido.- dijo Hiram bebiendo el final de su octavo vaso.
- ¿Cómo lo haces? - preguntó Ronon.
- ¿El qué? ¿ganar o aguantar la bebida?
- Ambas.- dijo Sheppard.
- La práctica.- dijo Hiram sonriendo.

Regreso a la nave dispuesto a salir, pero cuando ya esta listo y fue a despedirse, Sheppard y Ronon insistieron en que era el momento perfecto para brindar una vez más y hacerse una foto. Como había prometido, Ronon se había cortado las rastras y se las ofreció en prenda a Hiram. Sabia exactamente a quién vendérselas y sacarle un buen precio.
Cuando salió del hangar de la ciudad de Atlantis, Hiram contempló en el techo la foto que había colgado allí junto al resto de sus recuerdos: La foto de dos críos achuchando un gato llenos de pintura, la imagen de una estrella explotando, un par de instantáneas más con rostros de gente de su raza y gente de tauri, junto a la nueva adquisición...




Por eso esta seguro que no había nada como estar en casa... En su flamante y sin nombre nave, era como estar en casa.

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