Nada era mejor que volar... Nada.
Bueno, quizás lo era el hecho de poder dirigir tu nave, a tu
ritmo y rumbo...
Debía de admitir que desde que su raza, la Tok'ra era
perseguida gozaba de mayor libertad que antes. Ahora ya no tenía que rellenar
arduos informes, encriptarlos, y comunicarlos a los suyos. Lo único que echaba
de menos de aquello, eran las reuniones clandestinas con los suyos para saber
qué había puesto Elsara de Pay'tah, qué había copiado mal Coras de Elsara y por
lo que se llevaría una reprimenda, que queja había incluido Andros sobre la
forma de pilotar de él mismo, o qué nuevo nivel de información les concedería
Tatenen mientras les miraba concentrada con las manos en los bolsillos de su
túnica Tok'ra. Eso sí lo echaba de menos.
Tras el paso a la absoluta clandestinidad, la separación
había sido dolorosa. Ya no podían reunirse en Siwä, y tenían que hacerlo de
cuando en cuando y usando métodos bastante poco ortodoxos. Lo bueno era, que
con los goa'uld diezmados, ya no tenían que preocuparse de ellos, sólo de la
facción del Nuevo Orden, que les buscaban por todos lados en un intento de
sofocar cualquier intento de rebelión contra ellos.
Sabía de sus antiguos compañeros porque los veía de vez en
cuando, en esas ahora, quedadas clandestinas. Siempre estaban en contacto y la
red creada era lo suficientemente segura como para buscar y trazar planes
nuevos para regresar a Siwä en algún momento.
Pero de clandestinidad, Hiram sabia demasiado. No le era
para nada desconocida. Toda su existencia, sus vidas vividas hasta ahora,
habían tenido mucho de ello.
Y él era muy bueno en lo suyo. Y si no que se lo contaran a
Salomón y a los habitantes de entonces en Tauri, y de ahora... que vivían en
total ignorancia del alguien como él. Lo gracioso, es que no hay nada mejor que
volar... y crear tu propia leyenda.
Miró el panel de control de su nave mientras sonreía para sí
mismo. Aún le parecía gracioso que se le recordara como "El Grande",
y que muchos lo pusieran en entredicho. Pero él si conocía la verdad. Sólo él
sabía que se había forjado su leyenda en su propio primer hogar, y que en
realidad... todos eran el mismo.
Ahora ya no tenía un hogar como tal. Su hogar era el espacio
y allá donde su nave le llevara.
En aquel momento, a la Galaxia Pegaso, y según marcaba su
posición, no tardaría mucho en llegar. Preparó el sistema para la salida del
hiperespacio, había avisado de su llegada, no quería sorpresas. Ya había tenido
suficientes estos últimos meses. Lo bueno de ser Hiram, es que conoces a mucha
gente, y mucha gente te abre las puertas cuando eres contrabandista de buen
rollo. En cuanto avisó al SGC de llevar una estupenda carga de líquidos nuevos
y estar por la zona, estuvieron dispuestos a hacer un trueque. Otra cosa era
convencer al equipo SGA principal, que su famoso brebaje nuevo merecía la pena
ser cambiado por unas cuantas cosas sin importancia que sabía que Atlantis
poseía.
La nave dio un tirón cuando salió del hiperespacio, lo que
le hizo recordar que tenía que revisar en algún momento la suspensión de
deceleración principal, claro que para eso tendría que convencer a Scar que
insistía en llamar a su preciosa nave A´Tuin, y lo peor es que le mandaba
croquis y dibujos insistiendo en ese nombre. El último, un poster gigante que
en sí a Hiram le encantaba, de no ser porque su nave, no tenía nada que ver con
una tortuga.
El sistema de radio produjo un chispazo justo cuando la
estática y el planeta donde la expedición Atlantis residía de forma permanente,
apareció ante el enorme cristal de su nave. Tendría que recordar también hacer
una revisión al sistema, cualquier día tendría un disgusto reapareciendo en el
interior del planeta y teniendo su versión privada de "Viaje al Centro del
Planeta".
- Atlantis...
"nave festiva" acaba de llegar.- dijo a la radio emitiendo así
su aviso.
- Código de seguridad.- dijo alguien con voz seca y anodina
al otro lado.
- ¿Nave festiva no es suficiente?
- ¿"Cañones de Los Antiguos" de Atlantis lo son? -
Hiram puso los ojos en blanco.
- No deberíais amenazar al que os trae la fiesta a casa,
Atlantis. Os costará la afrenta el descuento. Código "aburrido" de
seguridad: P29-X77.
- Código aceptado.- se oyó al otro lado.- Tiene permiso para
acceder al hangar 23 de la ciudad.
- En serio, haceros mirar lo de los códigos y los nombres de
los planetas.- dijo entrando en la atmósfera a gran velocidad y viendo desde la
altura la Ciudad de Atlantis rodeada de agua, como siempre.
Como suponía, en cuanto accedió a la ciudad fue bien
recibido. El Teniente Coronel Sheppard, y Ronon fueron hasta el hangar,
esperaba que el intercambio fuera rápido, pero aunque se dispuso a bajar las
cajas con la flamante bebida, la cosa no fue como esperaba.
- De eso nada...- dijo Sheppard acercándose mientras
examinaba las dos enormes cajas que Hiram ya había dejado en el hangar. Ronon
le miró ceñudo.
- No podrás salir de aquí sin jugártelas.
- Oh venga... ¿Póquer? Él es malísimo.- dijo Hiram señalando
a Ronon.
- Ha mejorado un montón su cara de póquer.- comentó Sheppard
saludando con un apretón de manos que Hiram recibió amigablemente.
- Vete abriendo una caja.- dijo Ronon escuetamente.
- No puedes decir que no. Estamos listos ya. Cuando nos
avisaron de tu llegada con estas provisiones montamos todo.- Hiram no necesitó
abrir nada. Sheppard sacó tres botellas de la caja, le pasó dos a Ronon y cogió
tres más. ¡Vamos! ¿Qué puedes perder?
- Yo nada. Pero él sí.- dijo señalando a Ronon.
- Apuesto mi pelo a que ésta vez no ganas.- dijo con voz
totalmente seria.
- Pésima apuesta amigo.- dijo Hiram.- Las apuestas de póquer
hay que pagarlas. Tendrás que cortarte esas rastras.- Ronon se limitó a arquear
las cejas convencido.
- ¡Venga! - dijo Sheppard avanzando cargado de botellas.
Hiram suspiró. Estaba claro que no saldría de allí tan rápido como esperaba.-
Si ganamos no nos cobrarás la mercancía.
- Necesito el trueque, ¿recuerdas John?
- Amigo, sea lo que sea que estas creando con lo que nos has
pedido... es una pésima idea. Pero es tuyo si nos ganas a Ronon y a mi a una
ronda.
- ¿Y él perderá las rastras? - Ronon se limitó a afirmar.-
Vale, no diréis que no os lo advertí.- le arrastraron hacia una de las salas
comunes de la ciudad totalmente ambientada... Hiram miró a su alrededor
impresionado.- Vaya, no perdéis el tiempo aquí ¿verdad?
John sacó de un rincón vasos de plástico, abrió en pocos
segundos el contenido de las botellas y repartió puros entre los tres tras
ponerse un sombrero vaquero.
- Póquer descubierto, siete cartas...
- Ya lo sabemos.- dijo Ronon sentándose mientras se llevaba
el puro a la boca.- Repetirlo es... inútil.- Hiram se sentó sonriendo de medio
lado. Aquella reacción por su parte denotaba que iba a perder, y con ello el
pelo. John le pasó las cartas para que repartiera.
- Vale... Si pierdes tendrás que decirnos para que quieres
lo que nos has pedido a cambio de las cajas.
- Si te doy esa información tendré que matarte.- comentó
Hiram repartiendo.
- Oh venga, ¿y romper nuestra estrecha amistad? - dijo
echando una buena bocanada de humo del puro.
- Estrecha amistad comercial.- dijo Ronon mirando sus
cartas, Sheppard repartió bebida en los vasos.
- ¿Estáis seguros de...?
- ¡Eh! - dijo Sheppard interrumpiéndolo y levantando su
vaso. El resto hizo lo mismo.- Se inaugura así la partida, por la gran amistad
comercial.- Los tres hicieron un brindis y bebieron. Hiram tragó el líquido
sintiendo fuego en su garganta. Ronon tosió levemente y Sheppard se puso hasta
rojo.- ¡Caray! ¡es más fuerte que el anterior!
- Está mejorado... y además puede usarse para arrancar un
motor de combustión... de desinfectacte, para mantener a los
"kiemsens" lejos y prende de maravilla. Lo llamamos Fée Verte.
- ¡Es buenooo! - dijo Ronon acabándose de un trago su vaso.
- Yo lo tomaría con calma.- dijo Hiram.
- Tranquilo, ya casi aguanta la bebida.- Ronon miró de medio
lado a su compañero.
La partida se alargó durante una hora... veinticinco minutos
después de haber empezado Hiram ya tenía todas las fichas, Ronon lo miraba
achispado sin comprender cómo era posible que Hiram intuyera sus engaños y John
estaba demasiado borracho como para pensar con claridad.
- ¿Sabes? Hemos alcanzado un lugar realmente increíble. No
solo hay humanos... hay gatos gigantes.- Hiram frunció el ceño pensativo ante
el comentario que el teniente coronel trabaja de explicar sin que se le trabara
la lengua.- Hay humanos, y hay unos tipos que parecen árboles, pero con cuerpos
de personas... Y otros que son del tamaño de niños con orejas enormes y
bastante feos. Pero los que son impresionantes son los gatos gigantes.
- Dice la verdad.- comentó Ronon terminándose su sexto vaso.
- Ya... me suena familiar el sitio, y tu vas de farol.- dijo
a Ronon muy serio mostrando sus cartas. Ronon emitió un gruñido al ver que de
nuevo perdía.
- Gatos que andan a dos patas, fieros como leones...- dijo
John mirando sus cartas.- Y los seres orejotas como niños...
- Ya tengo bastante con dos niños, y no soy muy fan de los
gatos. Y os lo dije... habéis perdido.- dijo con una enorme sonrisa.- Me debéis
mercancías y tu... tu pelo.
- Exijo revancha.- exclamó Ronon.
- Será la próxima vez chicos, dado que vuestros suministros
de bebida han de ser siempre colmados, volveré con más.
- Es horrible estar rodeado de agua y no poder beberla.-
dijo Sheppard.- Lo siento amigo.- dijo mirando a Ronon.- el pelo te crecerá
pero ya no será lo mismo. Ya no parecerás Aquaman, en este lugar... rodeado de
agua.
- Vale, para ser un chiste, te has lucido.- dijo Hiram
bebiendo el final de su octavo vaso.
- ¿Cómo lo haces? - preguntó Ronon.
- ¿El qué? ¿ganar o aguantar la bebida?
- Ambas.- dijo Sheppard.
- La práctica.- dijo Hiram sonriendo.
Regreso a la nave dispuesto a salir, pero cuando ya esta
listo y fue a despedirse, Sheppard y Ronon insistieron en que era el momento
perfecto para brindar una vez más y hacerse una foto. Como había prometido,
Ronon se había cortado las rastras y se las ofreció en prenda a Hiram. Sabia
exactamente a quién vendérselas y sacarle un buen precio.
Cuando salió del hangar de la ciudad de Atlantis, Hiram
contempló en el techo la foto que había colgado allí junto al resto de sus
recuerdos: La foto de dos críos achuchando un gato llenos de pintura, la imagen
de una estrella explotando, un par de instantáneas más con rostros de gente de
su raza y gente de tauri, junto a la nueva adquisición...
Por eso esta seguro que no había nada como estar en casa...
En su flamante y sin nombre nave, era como estar en casa.
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