domingo, 5 de junio de 2016

THE DAY OF THE HUMAN por Barlas

(PARTE 2 DE 2)



Despertar fue como salir de un trance. Me sentía aturdido pero en seguida recordé donde estaba y las figuras que me rodeaban cobraron forma. Cuatro hermanas y la anciana líder me miraban con inquietud. 

- Soy Barlas.- dije, aunque no parecían cuestionarse eso.- No sé explicar esta sensación pero no percibo a nadie más en mi interior. ¿Qué ha pasado?

- No te muevas demasiado, aún estarás débil.- explicó la anciana. Su rostro estaba perlado por el sudor y sus cabellos más agitados de lo que recordaba.- Hemos extraído al Goa’uld pero también se han drenado parte de tus energías, tu fuerza vital. 

- Me encuentro bien.- dije intentando sentarme sobre el altar de piedra.- Sólo tengo un poco de frío.

- Tu cuerpo tendrá que acostumbrarse de nuevo a vivir sin el huésped, ahora sólo dependes de tu sistema inmunológico para defenderte ante enfermedades o condiciones externas. Cuídate, jovencito.- dijo posando una mano sobre mi mejilla.- Tienes una vida mortal por delante.



La Seafarer me esperaba donde la dejé. Habían pasado apenas unas horas desde que abrí los ojos en el templo de la hermandad pero no quería desperdiciar un solo momento de ese día. Mi primer día como hombre libre, por fin. Sentí que estaba volviendo a nacer y todos los miedos y temores que me habían atormentado se disipaban. Dastan ya no regía en mi vida. No sé ni me interesa lo que las hermanas hicieron con lo que quedase de él, pero que acabase muerto o en un tarro me daba lo mismo. Ya no estaba en mí.

Church emitió uno de sus habituales sonidos, que no eran maullidos gatunos sino que se asemejaban a bufidos humanos. Inspiré empapándome de los olores de mi nave que eran lo más cercano a un hogar que tenía ahora mismo. 

Tras una larga ducha caliente en el compartimento de atrás, seleccioné unas prendas de mi armario y caminé descalzo hasta la consola de navegación. Antes de marcharme de Lybaras, Stanley me había dado las coordenadas de otro planeta más: Tyr. Puse rumbo y dejé que la nave me llevase hasta allí, cruzando media galaxia con los sistemas de hiperpropulsión. 

Me recosté en la butaca y encendí la pantalla adyacente, que no se utilizaba para nada más. Di gracias a que Lara haya olvidado llevarse el dispositivo de almacenamiento que trajo aquella noche, con lo cual, estaba provisto de una larga lista de películas para saciar mi reciente apetito por el cine. Algún día tendría que devolverle esto a Hiram. Seleccioné de la lista “Los mejores años de nuestra vida”, y me sumergí en esas imágenes en blanco y negro que tanto me cautivaban. Aprendiendo historias de vidas como si leyese un libro con representaciones en movimiento.

 


El entorno no era para nada lo que me esperaba. Llegué a una zona comercial, una amplia plaza donde aterrizaban otras naves y había un amplio abanico de personas, humanos y algunos de otras razas. Puestos de venta refugiados bajo toldos blancos para protegerse del sol, en torno a unas estructuras de piedra rojiza que se mimetizaban muy bien con la naturaleza que les rodeaba. Además de piedra y arena había vegetación, altos árboles que asomaban dotando el cálido ambiente de aire puro y algo de humedad.

Con un par de indicaciones, no me fue difícil averiguar dónde tenía que ir. Decidí dejar la nave allí, en la ciudad estaría más custodiada. Así que caminé, un par de kilómetros no vinieron nada mal a mis piernas para ejercitarse y recobrar fuerzas. La casa no estaba en el conjunto de la ciudad, pero tampoco estaba tan lejos ni tan apartada en los extensos valles del planeta. Antes de aterrizar me fijé en lo curioso que se veía desde el aire la esfera compuesta por un único continente.

Ya estaba ahí. Ya había llegado. ¿Y ahora qué?

Me armé de valor para llamar a la puerta. Se escuchaba una voz robótica y la risa contagiosa de un bebé. Luego unos pasos camino a la entrada y el característico tono reprobatorio diciendo:

- Tarik, te dije que tenías que haberle cogido una chaqueta a Amelia antes de salir…

Su reacción fue de sorpresa pero no pude ver si estaba contenta o no de verme allí tan pronto. Aunque a decir verdad, entre los viajes y la noche eterna que pasé en el templo, probablemente haya transcurrido una semana o casi dos desde que nos vimos por última vez en Lybaras.

- Hola Lara.- dije tragando saliva y le tomé las manos.- Vuelvo a ti como un hombre nuevo.

- Barlas…- dijo ella entornando los ojos y fijándose en mi rostro demacrado, las manos ligeramente temblorosas y el labio partido en dos zonas.- ¿qué ha ocurrido? ¿Qué te has hecho?

- Lo que hace mucho tiempo llevaba deseando hacer. Stanley me ayudó a acelerar el proceso de búsqueda, no sabía si tendría buen resultado pero parecía la mejor opción posible y me entregué sin pensarlo.- la palabras se me atragantaban en la boca.- Me diste más de una razón para querer liberarme definitivamente de Dastan y no perder más tiempo. Tenemos mucho de qué hablar, Lara. Tenemos que sincerarnos y contarnos tantas cosas… pero quiero que sepas que aprecio muchísimo el valor que has tenido de confesarme todo eso. Y los sentimientos que declaras en tu carta son iguales a los míos. Te quiero, Lara. Y ahora sí estoy listo para que nos demos una oportunidad.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario