jueves, 3 de marzo de 2016

HIC SVNT DRACONES por Amaunet (parte 1)





Meses recopilando datos... Meses que parecían años. Y allí estaba aquel holograma, en Nara´ye, hasta donde había seguido la pista, moviéndose entre bastantes lunas, entre varias constelaciones, pasando por al menos dos estrellas enanas, los restos de un agujero negro menor y la cola de un cometa... Pero por fin: Y allí lo tenía: en una de las lunas de Malrrum, cruzando los dedos hacia unos segundos antes de que apareciera ante sus ojos y esperando que aquella fuera su última parada.

Cada pequeña pista, había llevado a otra, y ahora aquel holograma tridimensional permitía ver aquel mapa y varios puntos que no dejaban duda de que estaba en el buen camino. La Galaxia Pegaso era uno de aquellos puntos, pero lo que realmente inquietaba, era ver como la constelación de Cetus sobresalía por encima de las demás.

Sabía que llegar a ambos sitios era un viaje largo... incluso para una nave rápida, ya fuera Tauri, Goa'uld o Tok'ra. Lo era incluso para una nave Antigua... Cetus estaba en los confines del Universo conocido... Pero ahora tenía un mapa.

Ahora sabía que podía marchar. 



Por fin podía leer los datos casi en cuentagotas que llegaban al Comando Stargate provenientes de la "Destiny". Hacia meses que el destacamento había alcanzado aquella nave y habían perdido todo contacto con ellos. La primera información que lograron comunicar allí era que la nave se movía sin necesidad de nadie, de un lugar a otro distinto y sin posibilidad alguna de detenerla, sólo la de visualizar el lugar al que llegaban y volver a embarcar en ella para no perderla antes de que partiera de nuevo.

Lara devoró lentamente el último informe conocido. La información que se había obtenido de la propia nave era tan poca: tecnología de Los Antiguos, algún tipo de nave avanzadilla para llevar allí a donde llegaba la tecnología de la Puerta Estelar. Pero lo más interesante de todo, al menos en ese informe, era saber que desconocían por completo en donde estaban, que nada de lo que podían ver coincidía con nada conocido hasta ahora.
Desde que el Stargate fuera descubierto, y durante los diez años que llevaba el programa abierto casi con regularidad, se habían movido por portales interestelares que no salían de la zona conocida. La Galaxia Pegaso y el Equipo Atlantis era lo mas lejos que habían llegado... hasta ahora. La nave "Destiny" estaba mucho más allá. Y eso implicaba el total y absoluto desconocimiento de qué había más allá de cualquier sitio conocido. Pegaso estaba a tres millones de años luz, y con un Stargate al que costaba marcar con mucha energía. Y lo más lejos que la mirada desde la Tierra alcanzaba con un telescopio estaba a trece mil millones de años luz, en la "pequeña" constelación de Fornax...
- Non plus ultra... .- dijo casi para si en voz baja concentrada en sus pensamientos. Quizás no hubiera mapas medievales en los que apareciera aquello de "más allá monstruos", pero aquella era la sensación que tenía ante toda aquella nueva información que poseían. No sabían absolutamente nada, salvo lo que había en su pequeño parque de recreo galáctico.
Si tres millones de años luz les llevaba la potencia de un ZPM a plena potencia para llegar... ¿cómo alcanzar un lugar a tres mil millones? ¿Un lugar al que la luz de aquella constelación ha tardado en llegar a la Tierra prácticamente el mismo tiempo que lleva existiendo el Universo? O al menos el que conocemos... porque... ¿y más allá?
Aquello empezaba a abrumarla. Tantas preguntas... y aún con tanta tecnología ahora a su alcance... tan pocas respuestas.


Levantó la vista una vez más tras marcar en el DHD las coordenadas. Ataviada con una enorme capa, esperaba pasar desapercibida allá donde iba. Ya no era necesario quedarse en Malrrum. Allí ya nada le quedaba. Al menos nada que sintiera como algo suyo.
El Stargate sobre el montículo encima de las aguas cristalinas del mar de Malrrum se abrió ante ella. Se llevó la mano al bolsillo de su capa para asegurarse, por enésima vez de que el pequeño dispositivo de memoria estaba allí, cargado con la información que había extraído y eliminado sin dejar rastro alguno en aquel lugar. Todo lo que necesitaba de allí, lo portaba con ella. Y el señor de Malrrum, tendría que esperar.
Sin demorarse un segundo más, y sujetando la enorme capucha de su capa, cruzó el portal con paso firme.

Echaba de menos Tauri. Nunca pensó que tendría aquel pensamiento la verdad. Pero diablos... echaba de menos Tauri.
La vida austera Tok'ra nunca le había gustado. Sus años en aquella raza le habían hecho apreciar muchas cosas, pero había que tener en cuenta que su vida anterior había sido muy diferente. Pero que MUY diferente.
Lo de ser proscrito era algo que no le importaba. Se había acostumbrado totalmente a ello. Correr de un lado para otro, no permanecer nunca en un mismo sitio demasiado tiempo, buscar cómo mantenerse, ser autosuficiente fuera cuales fueran las circunstancias, conseguir material con el que negociar aquí o allá... Y justo eso en aquel momento, ser cazarrecompensas tenía muchas ventajas... pero lo que estaba claro era que ser cazarrecompensas en Tauri no era una opción viable.
Así que allí estaba, con una nave que se caía a pedazos y se negaba a deshacerse de ella, en un planeta donde se le estaba empezando a congelar el culo y haciendo sonar con desgana la bolsa con el último trabajito que le había propiciado un intercambio justo de algo, por otra cosa. O en este caso, varias cosas… todo un botín dada las circunstancias: Un dispositivo que le hacía desaparecer cual Frodo con el anillo, un montón de cáscaras nebu que era lo más parecido a masticar M&M's, varias cajas de celdas y paneles de energía de segunda mano para su destartalada nave, y un terrario con el que se había encaprichado con un lagarto dentro del tamaño de una mano grande, con cara de loro, ojos amarillos, repleto de escamas rojas y que de momento, no tenía muy claro qué nombre ponerle, sólo que tenía el sitio perfecto para ponerlo en la nave. Por alguna razón le recordaba a las playas de Tauri, a su océano tan azul y lleno de vida, a tostarse al sol sin morirse de calor como en cualquier planeta Tok'ra gracias a los chiringuitos con cerveza a raudales y helada,  a sus chicas con pequeños bikinis...
¡Joder, echaba de menos Tauri!
Pero su valorada profesión en aquel momento le impedía volver a aquel planeta. Se debía a los suyos, desperdigados por toda la Galaxia buscando la forma de hacerse más fuertes y derrocar a un sistema totalmente nuevo que se proclamaba como la Nueva Tok'ra, dejando a antiguos compañeros y cabecillas (al menos los que aun sabía que habían sobrevivido hasta ahora) en meros traidores a la causa.
Aún así, estaba deseando mover el culo de aquel "polito" al que había llegado buscando como prioridad los trozos destartalados de la nave que ahora le tocaba poner a punto, pero no sería allí, vamos. Un cambio de aires a algún lugar más cálido sería su siguiente parada, siempre y cuando, la nave aguantara el viaje, claro. Era una nave fuerte, una a la que había bautizado (de momento) como "El Azor Vetusto"…
Nada. Seguía sonándole horrible. Aquel nombre era una mierda, pero no lograba buscar algún sinónimo de "Halcón Milenario" que fuera decente, y pedir ayudar a los pocos compañeros con los que se había cruzado aquellos meses no había servido de mucho, daban nombres peores a aquel y ni siquiera entendían el nombre que le había asignado él de momento. Y lo de "Cafetera" era inadmisible.


- ¿Hay posibilidad de un marcado al lugar? - preguntó el general Landry.
- Imposible señor.- contestó la Teniente coronel Antea segura de sí misma.- La "Destiny" es inalcanzable. La energía necesaria...
- No existe en este planeta Teniente Coronel, lo sé. Eso ya lo ha dicho.- replicó cansado el general.- Pero la recuerdo que visitamos otros planetas. Tienen Stargate en la nave. Alguna forma habrá.
- Barajé la posibilidad de acercarnos, señor. Pero el informe es claro. La nave no se detiene, avanza y la ruta no es conocida, y aunque la conociéramos...
- Está demasiado lejos, eso también lo ha dicho.
- Siento no poder darle un informe distinto general, pero he repaso cien veces los datos y no logro buscar una forma. Solo una cantidad de energía de momento, imposible para nosotros, podría hacer abrir esta puerta hacia la de ellos...
- Lo hicieron una vez, Lara.
- Lo sé señor, pero no desde aquí. Y estadísticamente fue...
- ¿Un milagro?
- Si quiere llamarlo así…- la joven miró la expresión del general, no sabía si enfadado, molesto, defraudado o qué exactamente.- Yo tampoco los doy por perdido, general créame. Sigo barajando opciones. Estoy repasando cada objeto traído a través del Stargate, de aquí y de Pegaso, señor.
- Lo se… He tenido una reunión previa con los ingenieros de Atlantis. Sus cálculos son idénticos.
- De todas formas general, la "Destiny" logró mandar varios gibas de información que aún sigo revisando. He pedido ayuda… Quizás encontremos algo...
- ¿Qué ellos aún no han encontrado?
- Es mucha información señor. De momento solo he podido sonsacar información sobre la nave, aunque muy escasa, y sobre la que parece la ruta que siguen, aunque es difícil asegurar esto, dado que no tienen control alguno sobre esa nave. Sólo puede dejarse llevar.
- Utilice los recursos que sean necesario teniente coronel, pero no quiero tener que enviar cartas de condolencias a todas esas familias.
- Sí señor.

Cuatro ajustes más y pondría años luz de por medio: lo tenía claro. Aquel sitio y él no volverían a verse en mucho tiempo. Aunque tuviera que estar a base de comida basura si no podía permitirse nada más por no llegar hasta allí buscando algún trabajo decentemente remunerado. Ya habían pasado dos días desde que acabara el último trabajo y ya no soportaba más aquel planeta.
Tirado en el suelo de aquel puñetero hangar de mantenimiento clandestino buscaba la manera de ajustar de una condenada vez aquella celda nueva dentro del panel de energía que había adquirido recientemente, y con el que esperaba salir de allí a toda leche. Le había llevado seis horas modificarlo, tiempo que había utilizado en ello y en elegir el sitio ideal para el nuevo hogar del precioso Scar-Ÿ. Sí, aquel nombre sí le gustaba y le recordaba la saga de películas de terror humorístico terrícola.
Además, cada hora que pasaba en aquel cutre hangar que había tenido que alquilar le costaba ya demasiado, y una cosa era querer ir a un lugar donde hiciera calor, y otra asarse vivo porque el dueño Xemioba de aquel lugar no entendiera que no a todos los que no son Xemiobas como él, pueden aguantar la calefacción tipo crematorio que tenía montada, y todo… para evitar que las esporas de Dhem que luego vendía por precios prohibitivos no se echaran a perder. Si había aceptado la oferta era porque sabía que era el único que le alquilaría aquel antro de forma invisible… y porque le caían bien los precios clandestinos de los Xemioba, el resto optaba por mejores opciones a aquel horno, por mucho frío que hiciera fuera. Además, el tipo era bastante discreto.
Un chisporreteo le confirmó que el panel y la celda por fin parecían acoplados. Sacó del bolsillo de su pantalón el panel de ajuste de comprobación para asegurarse de que los indicadores eran correctos.
- Perfecto, "Milano Añejo" listo.- dijo en voz alta. Al escucharse decir aquello puso los ojos en blanco. Nada, ese nombre era incluso peor aún. El sonido de unos nudillos sobre metal le hizo salir de sus pensamientos. giró la cabeza para mirar a un lado y asegurarse de que seguía solo en el hangar, dado que estando debajo de la enorme nave era complicado ver nada. Una botas de cuero de tacón cuadrado y hebillas de plata le dio la respuesta inmediata. No estaba sólo. Se llevó la mano instintivamente al pecho, pero había dejado la cazadora dentro de la nave, dado el calor, y para trabajar más cómodo se había quitado el cinturón con el arma, que estaba justo encima de un pequeño barril de productos de siembra de Dhem al lado de las botas de la visita inesperada.
- Disculpa.- dijo una voz de mujer.- Me han dicho que podrías ayudarme. Eres Osan Hol, ¿no? - Aquello no molaba nada. El idiota del Xemioba le había dado su nombre. O al menos el alias que había usado de nuevo en aquel lugar para evitar levantar sospechas. Una mujer… y su arma colgada a su lado. Y llevando puesto sólo una camiseta de tirantes para no morir abrasado de calor. Se movió bajo la nave dando a entender a su interlocutora de que estaba ocupado en sus asuntos.
- ¿Y si no lo soy? - preguntó rebuscando en el bolsillo lateral de su pantalón, de donde había sacado el dispositivo y sustituyendo este por una navaja delgada, fina y afiladísima.
- Entonces el Xemioba me ha mentido y no podré ofrecerle la mitad de mi bolsa por aceptar un trabajo, y la otra mitad por concluirlo.
- Ya tengo trabajo.- replicó él no muy convencido de aquello. Mujeres y dinero siempre eran mala combinación, hasta eso lo sabía él. Cerró el panel del acceso, ahora que ya se había asegurado que funcionaba.
- Sólo necesito un transporte, pero necesito al mejor piloto. Y el Xemioba me dijo que el mejor era Osan Hol.
- El Xemioba es un bocazas, y no diferencia entre un piloto y un asistente de vuelo.- dijo entonces arrastrándose para salir de debajo de la nave. Si aquella mujer quisiera acabar con él, la oportunidad ya la había tenido. La verdad era que sólo quería salir de aquel planeta congelado, no necesitaba un trabajo nuevo de momento.
Cuando por fin ambos pudieron verse casi fue como un martillazo en la cara. Metro setenta de altura, aparentaba ser más bajita de lo que era realmente, quizás por la enorme capa que llevaba puesta. Con la capucha echada atrás, dejaba al descubierto una larguísima melena castaña que le sobrepasaba la cintura. Le miró impasiva con unos enormes ojos grises claros y unos pómulos marcados, que bien hubieran podido pasar por una terrícola de rasgos hindúes. Ella sonrió al verle, probablemente confundiendo su sorpresa al reconocerla, con sorpresa al comprobar que quizás le gustaba lo que veía.
- ¿Y bien Oson Hol? ¿Tu nave es la más rápida entonces? - dijo ella mirándolo de arriba abajo con una sonrisa demasiado encantadora. Él respiró, sonrió poniendo su mejor cara de póquer que hasta ahora jamás le había fallado, de ahí lo de ser bueno en lo que hacía. Luego se puso en pie mientras soltaba del cinturón del pantalón un trapo viejo con el que limpiarse las manos.
- Eso depende del contenido de la bolsa y de la respuesta que des a mis tres preguntas...
- ¿Qué tres preguntas? - dijo ella frunciendo levemente el entrecejo haciendo que sus perfiladas y perfectas cejas hicieran su rostro aún más hermoso.
- Primero el contenido de la bolsa.- dijo él cruzando los brazos sobre el pecho esperando respuesta. Notaba más calor aún que debajo de la nave, debía ser que abajo estaba más fresco que allí, si por él fuera se quitaba también la camiseta de tirantes aunque… mejor no usar esa baza aún.
- Cien mil.- dijo ella.- Mitad por aceptar y la otra mitad por acabar el trabajo.
- Vaya, si que quieres ir lejos.- dijo él dando un largo silbido ante su respuesta.
- ¿Y las preguntas? - dijo ella insistiendo. Aún con la afilada navaja oculta a la vista, acercó la mano a recoger el cinto con su arma. Se lo abrochó como si fuera lo más normal del mundo. Ella le miró esperando su respuesta sin tan siquiera inmutarse.
- ¿A cuántas especies has matado? - la pregunta la pilló por completo por sorpresa.
- ¿Eso es una pregunta?
- ¿Es buena eh? Y aún te quedan dos más.
- A ninguna.- respondió de sopetón.
- ¿A cuantos humanos has matado?
- Esa pregunta es estúpida, te acabo de responder que a ninguna especie, lo cual incluye a esa especie también.- él se encogió levemente de hombros.
- ¿Por qué? - ella le miró ante aquella tercera pregunta como si estuviera loco.
- ¿Por qué? Porque no soy una asesina… - respondió ella.
- Buena respuesta.- dijo él sonriendo. Era increíble lo inocentes que parecían aquellas preguntas en "The Walking Dead" pero lo útiles que eran en la vida real. Ahora tenía algo claro: Mentía.

La última remesa de datos se descargó en su portátil en el laboratorio del doctor Lee, vacío a aquella intempestiva hora de la madrugada. Para acelerar el proceso, la Teniente Coronel Antea revisaba primero de un golpe rápido todo lo que iba llegando. Si había algo que le llamara la atención lo apartaba a un lado para seguir estudiándolo más adelante o repartirlo al departamento concreto de científicos entre la Tierra y Atlantis dependiendo de lo que a primera vista podría ser útil. De momento había logrado sacar tres posibles coincidencias que podrían servir a la gente de la Galaxia Pegasus, una que podría ser útil en cuestión de encimas para estudiar en la Tierra muy interesante… y poco más. No podía creer que en toda aquella información que habían recibido no hubiera nada más. Necesitaba encontrar algo que le sirviera para ayudar a los ahora incomunicados viajeros de la "Destiny". Se negaba a  darlos por perdidos.
La luz de su escritorio era intensa y el quinto café cargado se había quedado ya helado sobre una pila de papeles que había descartado. Llevaba dos días allí encerrada comiendo lo justo y sobreviviendo a base de café de máquina.
Su mente la transportó momentáneamente a esa misma situación siendo más joven para obtener la carrera o a las interminables horas que había pasado ya siendo militar en el Complejo Cheyenne buscando pistas para acabar con los Goa'uld. Sin duda era como toda una vida. Y allí estaba de nuevo, en el filo de la búsqueda a la desesperada.
Por desgracia, el resto de personas que podrían ayudarla en aquella aguja, de aquel pajar estaban en diferentes misiones fuera de la Tierra. El silo prácticamente se había quedado con la dotación justa para defenderse. Dado que los Ori ya no eran un problema, que la base Atlantis estaba más que segura de la presencia Wraith, y los Goa'uld ya eran historia antigua dada su división interna, los equipos se dedicaban a visitar lugares nuevos y establecer comunicaciones, así como buscar donde poner una base nueva Tauri, ayudados por los libres Jaffas, a la vez que buscaban una forma de solucionar el problema de la Tok'ra, y ahora… el problema de la "Destiny".
Tecleó y descartó un archivo nuevo sobre venenos de plantas nuevas y puso la vista en el siguiente. El material se le acababa y dudaba mucho que recibiera más en mucho tiempo. El programa del portátil, preparado para poder traducir diferentes lenguas, entre ellas la go'auld o la antigua se quedó con una imagen fija. En un principio tuvo que parpadear dos veces porque no entendía muy bien qué estaba traduciendo el sistema informático. La poca cafeína que le quedaba en el cuerpo tardó en reaccionar y hacerla ver que realmente no estaba viendo nada traducido, que sencillamente era algo que conocía perfectamente. O al menos casi...

Giró la cabeza hacia atrás tratando de enfocar con la vista la estantería que tenía a la espalda. No es que tuviera muchos tomos y libros en el laboratorio, pero estaba segura de que uno en concreto sí estaba. Se levantó en cuanto intuyó en qué zona del estante podía localizarlo y casi de forma manual, sacó un cuaderno toscamente encuadernado en cuero. Allí estaba su diario de viaje, que crecía y crecía por momentos. Rápidamente abrió el mismo quitando el cordón que lo mantenía cerrado mediante un botón cosido al propio cuero y lo abrió. Allí había anotaciones de todo tipo, todas echas de su puño y letra. Pasó las hojas a gran velocidad dado que conocía a la perfección cada impresión allí puesta y detuvo sus dedos en más o menos la mitad del mismo. Allí ojeó una hoja, otra, otra… hasta que tras una tercera se plantó ante su rostro el mismo dibujo que estaba viendo en la pantalla. O casi.

 


Lo había dibujado ella misma, y también lo había sacado de un lugar real, pero uno de la Tierra. Y si le recordaba tanto al que estaba viendo en la propia pantalla del ordenador era porque conocía bastante bien de qué iba. Pero dos cosas no cuadraban: una era que en el enviado por la "Destiny" no aparecían las cuatro criaturas dentro de los cuadrados, sólo una. Y una que no reconocía. Y la más importante… ¿Cómo diantres había llegado desde la "Destiny" un documentos sobre algo de la Tierra tan concreto?

Necesitaba más café estaba claro… al llevar la mano hacia la taza se percató de algo que sí aparecía traducido de lengua antigua. Una palabra, una única palabra en aquella información: "aethereum".

- ¿Etéreo? - dijo en voz alta esperando que escucharse así misma le diera alguna idea de lo que estaba mirando. Levantó la cabeza para pensar en ello y sintió sin lugar a dudas que había dado con lo que estaba buscando.




¿Qué podía perder? Sentado a los mandos de su confortable nave estaba dispuesto a todo por un saco de monedas. Ella desconocía quién era él, pero él sabía perfectamente quién era ella. De momento jugaba con ventaja. Le gustaba jugar con ventaja aunque normalmente la ventaja siempre se volvía en su contra. No se podía pedir todo.

Además, en última instancia podía dejarla tirada en cualquier lado, por muy mona que fuera. Sólo tenía que llevarla de pasajera al lugar que le indicara, enterarse ya de paso de qué iba su viaje, y luego decidir si le convencía cobrar la parte total, o directamente quedarse con media y dejarla en cualquier lugar bonito. Era un buen plan.

En ese momento entró en la cabina de su nave y se sentó en la silla del copiloto.

- Perdona, pero ese asiento ya tiene dueño.- dijo mientras terminaba las comprobaciones de la nave asegurándose de no tener ningún problema.

- ¿En serio? - dijo ella mirándole con rostro sarcástico absoluto.- ¿Y quién lo ocupa? ¿La lagartija colorada con cara de loro del acuario de ahí atrás?

- ¡Eh! - dijo Hiram levantando un dedo hacia su cara.- Tiene nombre. Y el piloto soy yo, por lo tanto, yo elijo al copiloto. No eres copiloto, así que tu asiento está detrás de mi, ¿está claro? - Ella le miró, sin duda, mordiéndose la lengua. Si que necesitaba a un autoestopista. Debía ser importante. Se levantó del asiento y se colocó justo en el de detrás.- ¿Y bien? ¿Cuales son las coordenadas?

- Yo soy navegación ¿no? Pues entonces eso es cosa mía.

- Sí crees que voy a dejar que le pongas las manos encima a mi… mi… - no había forma ni bajo presión de conseguir un maldito buen nombre.- mi nave, guapa, entonces vas lista.

- Puedo buscar a otro piloto.

- No al mejor.

- Puedo conseguir a otro menos mejor.
- Por la pasta de esa bolsa, aceptaría cualquiera pero te estrellaría. ¿Y bien? ¿Me das coordenadas o se me pelará el culo esperándolas en esta roca iceberg? - De nuevo a regañadientes, hurgó entre su capa durante un momento buscando algo. Extrajo un pequeño dispositivo, que tras manipularlo un momento emitió un ligero pitido, se abrió, y dejó ver un holograma sobre ellos.








Era un mapa estelar sin duda, eso lo tenía claro. Reconocía muchas de las zona que mostraba, no todas… Y sin duda, no la que parecía tintinear, aunque sí el otro punto brillante y grande. Ella le miró y se encogió de hombros.

- Quiero ir aquí.- dijo señalando el punto que tintineaba y no el fijo brillante.

- Esto… tienes que estar de coña, nena.- dijo Hiram mirándole con perplejidad no fingida.

- De coña o no, es lo que cuesta el precio de mi billete si quieres mi bolsa. Y no me llamo nena, me llamo Shibila.







Antea casi mecánicamente y tras echar mirada al reloj tras haber realizado varios sondeos y con la información en la mano, optó por adecentarse e informar inmediatamente. La idea estaba en su cabeza, de ahí ya no podría escapar.

En menos de 30 minutos, tras tres días de insomnio absoluto, estaba delante del despacho del general que le había dado preferencia absoluta en cuanto recibió su aviso de que podía tener algo de la información obtenida de la "Destiny".

Ni siquiera tuvo que esperar un minuto. Entró al despacho directamente a informarle.

- General, necesito un pequeño contingente para ir al Templo de Tezcatlipoca.

- ¿Al templo de quién?

- México, señor. Necesito ir a México.

- ¿Hablamos de México, Tierra, teniente coronel?

- Sí señor.- dijo ella contundentemente. El general la miró sin decir una sola cosa más. Estaba claro que esperaba una explicación inmediata.- Verá señor...

- Por favor Lara… en el menor número de términos tecnológicos, cósmicos y arqueológicos.- ella suspiró un segundo para pensar como resumirlo todo.

- La "Destiny" envió parte de una enorme estructura que aparece en el Templo de Tezcatlicopa, general. He visto ese mismo esquema. Hay diferencias entre uno y otro, pero a grosso modo es el mismo. Una de las diferencias es que el enviado por la "Destiny" tiene escrito en lengua antigua la palabra "etéreo".- el general frunció el ceño.- "Etéreo" general, es la parte que sabemos le falta al Cetro Celesti, señor. Tenemos la parte física. Hemos podido usarlo una vez general, pero con la parte etérea que le falta, su potencial sería enorme. Entre ellos, uno podría ser viajar más allá de donde alcanza la red de Stargates.

- Donde quizás estén nuestros chicos de la "Destiny".- Antea se limitó a afirmar. El general sonrió primero, luego la miró fijamente.- ¿Y el pero?

- Pero… necesito un contingente mínimo para ir a la zona señor.

- ¿Para ir a México? ¿Qué quiere hacer… la nueva Revolución de Pancho Villa?

- No exactamente, señor. El antiguo templo ya no existe, ahora es el Palacio del Arzobispado de la capital.

- ¿Quiere meter a un Comando Stargate y tomar el Palacio del Arzobispado? - dijo el general casi con un grito.

- Más bien… lo que hay debajo de él. He usado una sonda, y escaneado la zona señor. El palacio se asienta sobre una antigua pirámide, que era uno de los tres edificios más alto del Coatepantli de los aztecas...

- Se está yendo por las ramas...

- Señor, el edificio en sí no existe ya porque quedó destruido tras la conquista española y sustituido por el Palacio del Arzobispado pero… según la sonda que acabo de comprobar... Hay una estructura, hasta ahora desconocida, debajo de él.

- Voy a tener que pedir muchos favores...

- No sería necesario señor… si uso el teletransporte Asgard.

- Entonces tendría que pedir bastantes menos favores. ¿Cree realmente que ese "éter" lo que sea, está allí abajo?

- Lo que si sé señor, es que es la opción de rescate que estábamos buscando.






No sabía si mirarla con expresión de "Jaffa, tu te has vuelto loca" o con la expresión "Pasa lo que te has fumado, guapa". Shibila le miró notando que aquel cazarecompensas se lo estaba pensando y todo.

- ¿No eras el mejor piloto? ¿No es suficiente el reto?

- Por si no diferencias entre autobús y utilitario… esto es una nave de carga triple modificada, no un crucero espacial. La distancia que puede recorrer no es ni por asomo la misma, y aunque esto fuera un crucero espacial, que repito… no lo es, la distancia de aquí a esa luz intermitente está demasiado lejos, tanto… que dudo que alguien haya puesto un pie allí. ¿Qué coño hay más allá de Cetus que pueda ser tan importante como para acabar perdidos más allá de Pegaso?

- Eso no es asunto tuyo.

- Pues sí, también es cierto, pero lo que me pides es… Una Enterprise al cubo. Ni siquiera una nave crucero Goa'uld ha ido más allá...

- Eso me da igual. Duplico el tamaño de la bolsa si es necesario.- Hiram la miró como si acabara de perder el juicio.

- ¿Y Tauri? - preguntó marcando el punto fijo encendido.- Quizás no brille tanto pero...

- Yo soy navegación ¿recuerdas? Tauri no es una opción. Cetus es el lugar donde quiero ir.

- ¿Y no te has parado a pensar que quizás Tauri aparece iluminado por algo?

- ¿Es que no he sido suficientemente clara?

- Vale… - dijo Hiram levantando las manos en son de paz.- Pues mira, las cosas están así. Puedo engañarte y decirte que puedo llevarte o… serte sincero y decirte que estás loca: es un viaje imposible. Al menos en nave.

- Entonces habrá que hacerle algo a esta cafetera para que llegue. O al menos se aproxime.

- Ah no, gracias. Mi nave ya la tuneo yo.

- Vale. ¿Y el lugar más cercano al que puedas…?

- No me escuchas. Hablo… pero no me escuchas.

- Es un mapa.- replicó ella enfada.- Alguien ha llegado allí, de no ser así… no habría podido crear el mapa e indicar el camino.

- Pues no llegó en nave, y si lo hizo… Desde luego debe ser una nave de tecnología mucho más avanzada.

- Entonces buscaré a alguien que la tenga.- dijo poniéndose en pie.

- Estás loca tía.- dijo él cruzando los brazos en el pecho. Shibila cansada de perder el tiempo salió de la cabina. Pocos minutos después veía avanzar su figura encapuchada con andares ligeros y sin girarse hasta alcanzar los contenedores de mercancías sospechosas con las que el dueño del hangar comerciaba donde giró para salir por el enorme portón. Hiram no lo pensó dos veces, en pocos minutos su nave levantaba vuelo y salía del lugar. Introdujo las coordenadas de Tauri, ya mandaría un mensaje cuando llegara.






Setenta y dos horas después del comienzo de la misión en el despacho del general tras su permiso, la teniente coronel estaba liga, uniformada y de pie, en el Crucero Asgard Hammond construido recientemente. En órbita alrededor de la Tierra, la nave se preparaba para utilizar el teletransporte Asgard instalado en ella y mover al contingente de diez militares con todo su armamento al lugar indicado. Por desgracia, dado que debían atravesar toda una estructura, un edificio entero, más la estructura que había debajo de esta a bastantes metros de la superficie, ella misma había recalculado el dispositivo para que no hubiera incidente ninguno ampliando el radio del teletransporte. La imagen satélite que el sondeo espacial le había proporcionado le había mandado claramente un lugar amplio donde poder hacer funcionar el dispositivo Asgard y poder volver a materializarse. Dada la hora local, el edificio tendría un contingente mínimo de vigilancia, y todo él repartido por el Palacio. Según sus cálculos, el rayo ni les tocaría, por lo que no habría peligro de llevarse a nadie por delante. Les dejaría en una cámara bastante grande, y usarían ese mismo lugar para regresar a la nave en cuanto pudiera ver la estructura que esperaba.

Estaba todo calculado. Los fornidos militares que la acompañaban no eran necesarios, pero el general Landry se había negado a que fuera sola. Tras hacer un gesto con la cabeza al segundo oficial, se preparó para introducir las coordenadas ya grabadas.

- Allá vamos.- se limitó a decirles a todos. Y tras esa simple señal, se desmaterializaron de la nave. Lo que Antea no pudo esperar, es que justo cuando daba esa señal, una nave con camuflaje salió del hiperespacio justo debajo de la nave crucero siendo atravesada entera por el rayo Asgard.





Cuando las moléculas volvieron a unirse para formar su cuerpo, Lara sintió un latigazo. Eso no era normal, eso lo tenía claro. Cuando sintió de nuevo su cuerpo y pudo moverse, su cerebro tomó consciencia de su alrededor: De pie, lugar oscuro y unas palabras mal sonantes.

- ¡Joder! ¡Me caguen…! Con un ademán rápido, y su arma automática en la mano apuntó a oscuras hacia el lugar de donde proferían las protestas, y casi a la vez encendió la linterna del propio arma.- ¡Coño! - Los militares entrenados deberían haber sentido como ella que algo no había ido bien. En el suelo cual largo era, no encontró precisamente a uno de sus hombres. A la vez, su radio comenzó chisporrotear.- ¡Vale! ¡Me rindo! ¿¡Aparta ese foco de mi cara, quieres?! Estoy desarmado...

- ¿Hiram? - él trató de vislumbrar o reconocer la voz que acababa de hablar.

- Joder, en serio…- dijo aún en el suelo. Hacía un segundo estaba sentado en el asiento de su nave, y de repente había acabado en medio de la oscuridad de vete tu a saber donde….- ¿Qué coño ha pasado? - dijo a la vez que se activaba la radio tauri.

- ¿Teniente Coronel, me recibe?

- ¿Están todos bien? - preguntó ella activando la radio.

- Sí señora. Pero falta uno de mis hombres, además de usted.

- Tranquilo teniente. Quizás los cálculos o el sistema no funcionó como esperaba. Monte un perímetro, regresaré a su posición en cuanto encuentre lo que busco. Mientras, localice a su hombre. No debe andar lejos, el sistema recalcó separándonos.

- Si señora.- el silencio se hizo de nuevo en la radio.

- ¿Antea? - preguntó por fin Hiram poniéndose en pie. Le dolería el culo durante días, estaba claro.

- Ya veo lo que ha pasado.- dijo ella activando la luz de su chaleco para evitar tener que apuntarle con la de su arma que bajó al suelo.

- Suponía que me echabais de menos pero de ahí a esto...

- Me temo que fuiste a salir del hiperespacio justo en la trayectoria del teletransporte. El sistema ha tenido que recalcular para uno más, por eso nos ha separado.

- ¿Me has teletransportado?

- Te has puesto en medio.- se limitó a decir ella mientras comprobaba el lugar tratando de atisbar con el arma lo que veía para ubicarse.

- No voy a decir que tenía urgencia por veros pero esto me parece un poco extremo.

- ¿Urgencia? ¿Y por qué no usaste la puerta como todo el mundo?

- Me gustan las sorpresas...

- Vale.- dijo ella encogiéndose de hombros.- Pues ¡sorpresa!

- Touché.- dijo él estirándose, le dolía todo el cuerpo.- ¿Dónde coño estamos?

- Misión Oficial… ¿y tú que haces aquí?

- Misión extraoficial.- dijo hurgando en su chaqueta para localizar el zippo y encenderlo.- Vengo con información, pero si quieres jugar al poli bueno y al poli malo…- Antea suspiró. Aquello la demoraría aún más, y la verdad la apremiaba encontrar lo que estaba buscando.

- Estamos debajo del Palacio Arzobispal de México, Distrito Federal.

- La verdad, hubiera preferido este dolor en Cancún… Este sitio es húmedo, frío y huele raro.

- Busco un grabado, uno de Tezcatlipoca. Estamos en su templo principal. O al menos debajo del que lo fuera.

- Mira, sabes que me encanta buscar cosas a lo Indiana Jones… Sobre todo si brillan y pesan o si pueden usarse para reciclar y mejorar una nave, pero prefería haber quedado contigo en una cafetería, un pub, una playa...

- ¿Y la urgencia?

- ¿Ni un café, ni un baile, ni un baño…?

- Hiram…- dijo ella sacando del bolsillo de su chaleco un dispositivo donde había descargado las imágenes del lugar que el reconocimiento le había proporcionado. Deberían ir a pie al lugar donde esperaba localizar lo que buscaba, si aún seguía allí, como supuestamente había estado en la pirámide original o en los grabados que ella misma había visto.

- Vale… no te vas a creer con quién me he encontrado.- ella se giró momentáneamente para mirarle.- ¿¡Qué?! Al menos tras desagradable forma de reunirnos, déjame contarte la urgencia a mi modo ¿no?

- ¿Desde cuando nos tuteamos? - dijo ella echando a andar entregándole una linterna que sacó de uno de los bolsillo de su chaleco mientras este le seguía encendiéndola y guardando el mechero.

- Bueno, te he visto prácticamente con un cinturón por falda y cubierta de pintura...

- Da igual.- dijo ella avanzando mientras miraba el dispositivo.

- ¿Te suena, buenas curvas, piel aceituna, melena castaña, ojos azul grisáceos…? - Antea se detuvo para mirarlo, e Hiram paró de golpe para no topar contra ella.- Podría presentarse a Miss Mundo de no ser porque tiene bastante mala leche.- Antea se limitó a volver a echar a andar mientras este la seguía.- Vale, no te veo nada inspirada. Hablo de Shibila… ya sabes, la Jaffa del "bicho dorado".

- ¿La Primada de Dastan?

- Esa misma. Trató de contratarme para una misión suicida. Creo que desde que sirve a ese goa'uld ha perdido el norte. Debe ser por estar expuesta a tanto reflejo que emite su amo… fijo le ha afectado al hipotálamo. Aún así, sigue estando...

- ¿Trató de contratarte? - le interrumpió ella.

- Así es… ¡Eh! Tengo trabajo ¿vale? El caso es que, la reconocí inmediatamente, cómo olvidar una hembra así...

- Por Dios… Resumen...- dijo Antea atravesando un dintel de roca de la sala para aparecer en un pasillo de paredes húmedas con un ligero sonido a agua corriente en el aire.

- El caso es que necesitaba un transporte, yo tengo un transporte, de ahí que me contratara. Pero al final, el trato salió mal. Bueno, no mal.. mal. Sencillamente, está trastornada. Quería llegar a los confines de la Galaxia usando mi Alcaudón Legendario.

- ¿Cómo? - dijo ella confusa.

- Vale tengo que mejorar el nombre, lo sé.

- No… Me refiero a...

- Confines de la Galaxia sí… Me mostró un mapa, uno bastante grande sea dicho de paso. Uno donde sea dicho de paso también, Tauri estaba marcado en grande y con una flecha de forma alarmante...

- Para.- Le ordenó. Él se había adelantado sólo un paso para poder explicarla y se detuvo en seco. Se quedó mirándola mientras ella parecía mirar al fondo del pasillo.

- Dime que no es una enorme araña… odio las arañas.

- No. Es allí.- Hiram se giró. El pasillo parecía acabar en una nueva cámara, parecía tener algún tipo de luz artificial al fondo, y una enorme losa les separaba del otro lado de la entrada. Se habían detenido justo al borde. Al final, una hilera de escaleras llevaban a una enorme pared decorada con símbolos aztecas, entre ellos el mismo que Antea había dibujado más de una vez, y en el centro… un hueco que quizás en otro tiempo hubiera alojado alguna reliquia. Hiram miró hacia arriba perdiendo de vista en la oscuridad la altura de la pared vertical repleta de dibujos.

- Joder, ¿a cuánto estamos de la superficie? Y lo más importante… ¿Cuándo se nos acabará el aire? Porque yo puedo aguantar la respiración un buen rato, pero tu...

- No nos quedaremos sin aire, créeme. La estructura es una copia de la antigua pirámide, pero a muchos metros bajo el suelo. El agua entra, el aire entra...

- Preferiría poder salir.- dijo haciendo además de avanzar.

- Ni un paso.- Hiram se quedó de nuevo clavado. La miró con un enorme interrogante en la cara.- Mira el suelo. Parece un puzzle gigante.

- No tengo buenos recuerdos de las pruebas de esta gente. En las películas los protas sufren.

- Quizás no tengamos que acercarnos.- dijo Antea sacando una video cámara del tamaño de un móvil pequeño de uno de los bolsillos de su chaleco. Lo activó, y trató de usar el zoom para ver mejor lo que había la fondo. Parecía que el lugar estaba iluminado por luz natural, pero a aquella profundidad no tenía mucho sentido. Luego revisó el suelo… un damero repleto de figuras todas ellas representaban al dios Tezcatlipoca, en diferentes posturas.

- Mira no tengo muy claro qué hago yo en este fregado, yo ya he traído la información. Preferiría volver por donde he venido, si no te importa.- La radio de Antea chisporroteó activándose.

- Teniente Coronel, tenemos un problema.- Antea tomó la radio inmediatamente.

- ¿Qué ocurre teniente?

- El perímetro está listo y he localizado a Jenkins. Está muerto.- Antea se quedó en silencio unos segundos ante lo que acababa de oír.

- ¿Qué ha ocurrido?

- No estamos solos aquí abajo.- Antea miró a Hiram que frunció el ceño.

- Mantenga la posición, ya he localizado lo que buscaba. Prepárese para regresar a la nave.

- Sí señora.- Antea soltó la radio sin dejar de mirar al tok'ra esperando una explicación.

- A mí no me mires. Mi culo cayó a tu lado ¿recuerdas?

- ¿Me tomas el pelo? Este lugar llevaba intacto hasta que nosotros hemos llegado. Nadie ha puesto el pie aquí, hasta hoy. Tengo a un militar muerto, y tu apareces de repente. ¿Dónde esta tu compañero de viaje? Habéis sido siempre dos ¿no? - Hiram se quedó pensativo un segundo. Scar hacía tiempo que había seguido su propio camino...

- Será hija de...

- ¿Perdona?

- Debió usar algo para hacerme creer que había salido de la nave, un holograma a lo Star Wars… Esa zorra me ha usado para traerla hasta aquí.

- ¿Shibila?

- ¡Y gratis!

- ¿Hay un Go'uld con nosotros?

- Bueno, técnicamente es un Jaffa… pero ¡qué hija de perra!




Antea miró a Hiram… e Hiram miró a Antea. ¿Por qué cada vez que aquel Tok'ra aparecía, iba cargado de problemas? Cierto era que también había sido de gran ayuda en muchas ocasiones pero… ¿Por qué siempre que aparecía de improviso, era problema seguro?

- Vale, esto es raro.- dijo mirándola confuso.- Juro solemnemente…- se detuvo pensativo. Aquello le sonaba al mapa del merodeador… mejor optar por otra forma.- De verdad, en serio. Vine hasta aquí para avisar. He sido utilizado sibilinamente.

- Pensaba que era al revés, que tú utilizabas a otros.- Hiram se encogió de hombros.

- Bueno vale sí… pero esta vez me la han jugado. Si no hubiera sido una mujer…- Antea había dejado de escucharle. Necesitaba concentrarse en resolver aquel lugar y entender cuál era el siguiente paso.- … De salir de aquí, si quieres usarme. Haré lo que me pidas. Soy tu hombre.

- ¿Perdona? - dijo ella tratando de hilar la mitad de la conversación a la que no había prestado atención.

- Vaya sino el mío… o me usan o me ignoran.

- Por favor… deja de hablar ¿vale? Trato de pensar en cómo salir de aquí con vida. Una Jaffa anda por ahí matando a mis hombres, la has traído hasta aquí y está claro que por alguna acción del destino, parece buscar lo mismo que yo…- Activó su radio apretando varias veces el dispositivo de hablar.- Crucero Hammond, aquí Antea ¿me recibe?

- Adelante.

- ¿Puede hacer un escaseo nuevo de la zona? Necesito saber cuántas personas somos aquí abajo.

- Repita, por favor. Cambio.

- Crucero Hammond, escanee la zona. Cuenteen las formas de vida e informen en cuanto nos tengan localizados.

- Eso llevará tiempo...

- Pues denle prioridad, tenemos un intruso aquí abajo… Y con ello, en la Tierra.

- Recibido.- Hiram la miró con cierto pesar ante su conversación por radio.

- Gracias por no incluirme dentro de "equipo intruso".- dijo esperando suavizar la situación que en cierta forma él había creado.

- Has pasado al equipo: "Dame detalles". Así que empieza. Háblame del mapa, a parte de Tauri ¿qué marcaba? - Hiram se quedó pensativo, lo había visto momentáneamente, pero como piloto había aprendido a memorizar rutas rápidamente.

- Era un mapa estelar completo… ya sabes… con todo lo que se sabe y más allá. Lleno de… Galaxias muy muy lejanas.

- Nombres, sitios… haz memoria.- dijo ella mirando el damero del suelo. La figura del dios azteca aparecía repartido en cuadros y ninguno era igual.

- Ahm… bueno, estaba Tauri. Y Pegaso… y la loca de Sybila quería usar mi fulgurante, tuneada, perfecta y lista nave para ir a la zona llamada Cetus. Pero le dije que había perdido la chaveta. Eso está...

- Casi tan lejos como Fornax.- dijo ella pensativa.

- Eso es… Y por algo lo llamarían horno ¿no te parece? - Antea le miró un segundo de nuevo. A veces era extrañamente sorprendente que aquel Tok'ra pudiera soltarle aquello y a la vez mezclarlo y hablarle sobre películas, series y cosas frikis de la Tierra.

- ¿Cultura general? - preguntó ella ante su traducción al nombre de la galaxia.

- Es sólo una lengua. Soy bueno en eso.- dijo encogiéndose de hombros con una sonrisa burlona.- Expande la imaginación si sabes usarla…- Ella le miró con curiosidad.- Vale, ahora sí que me siento incómodo. Está claro que piensas que soy inculto, te sorprendería la cantidad de cosas que conozco.

- Nunca he pensando que fueras inculto. Arrogante, engreído, bocazas, mercenario...

- Con un agudo instinto de conservación.- la interrumpió.- Y enamorado de cualquier cosa que vuele y tenga muchas armas dentro. Cuanto más grande sea el arma mejor. Y no le digo no tampoco a un buen cuerpo para "este" cuerpo...- dijo guiñando un ojo.

- Engreído…- repitió ella.

- Vale, me ha quedado claro… Todo eso además de diestro en lengua.

- A parte del latín…¿También Hebreo? - Hiram asintió.- ¿David? ¿Salomón? - numeró ella pensativa.

- No me gusta hablar de mi mismo… ¿Estamos? Cetus… La Ballena.- dijo cambiando de conversación. Ella le miró de nuevo con media sonrisa.- Sí, también sé algo sobre Andrómeda, Perseo, Poseidón… Todos ellos son algo más que "Furia de Titanes".

- Vale…- Antea le señaló el suelo delante de ambos.- Tezcatlicopa aparece aquí representado, en todas estas losas. Es el señor del lado norte del universo según los aztecas, pero lo que importa aquí es que representaba al cielo nocturno, y por tanto era el señor de las estrellas… Llevaba consigo un espejo, uno mágico, el cual usaba para acabar con sus enemigos.

- ¿Los mataba con un espejo? ¿Morían al ver sus horribles caras en él?

- Humo, del espejo salía humo. Era mágico ¿vale? El caso es que estamos a muchos metros bajo tierra, pero si te fijas…- Y le señaló el enorme muro delante de ellos al otro lado de las losas.

- El lugar allí enfrente está iluminado.- Antea afirmó ante su comentario.- Crees que el espejo está allí y usa algún tipo de… lo que sea para reflejar la luz de fuera. ¿Eso dices? - Antea volvió a afirmar.- Y no avanzamos porque crees que si pisamos donde no debemos, moriremos envenenados.

- Es lo que creo.

- Vale Croft, tú mandas.- dijo él cruzándose de brazos. Ella miró el suelo, veía en cada imagen de aquel dios una representación de estrellas distintas. Estaba representado como la festividad de "El Fuego Negro" o las Pléyades, de las cuales el Sol es una de ellas, y con él la representación por tanto de la Constelación de Tauro, y con ello del nombre con el que se conoce a la Tierra: Tauri. Reconocía también en él a la representación como dios Colotlixayoc, Escorpio, como Xonecuilli; La Osa Menor y la pierna del dios, y también representado jugando al "Juego de Pelota" y con ello la constelación de Cepheus…- ¿Y bien?- dijo Hiram esperando respuesta viendo que se había quedado en silencio mirando el complejo suelo.

- Impaciente, irritante… - dijo Antea pensativa mientras Hiram ponía los ojos en blanco.- Hay mucha información aquí… Reconozco constelaciones que sabíamos que los Aztecas conocían pero...

- Aquí hay muchas más ¿no?

- Demasiadas...

- Vale… La Tierra aparecía en el mapa, y aparecía como lugar destacado…- Antea señaló a pocos cuadros de ellos a la Constelación de Tauro.- ¿De todo este galimatías… cuál es Moby Dick? - Antea revisó con el zoom de la cámara con la que a la vez grababa las losas. Se detuvo en una en el que el dios parecía caminar mientras hacia sonar música de algún tipo de instrumento y a la vez, eso hacía aparecer un puente bajo sus pies.

- El Robo de los Cantores Celestes.- comentó casi en un susurro.

- ¿Cantores? ¿Cuando hemos pasado de "National Geographic Historia" a "La Voz"?

- Es un mito. Tezcatlipoca indicó a un devoto lo que debía hacer para ir a la Casa del Sol. Le enseñó una melodía y ballenas, tortugas y sirenas salieron del mar creando un puente. Mira allí.- dijo señalando varias losas más allá.

- Vale, aceptamos barco como animal acuático.- dijo dispuesto a saltar primero sobre el cuadro de Tauro y luego sobre el de Cetus.

- ¡Espera! - le detuvo Antea. Hiram se quedó inmóvil en su intento de salto en el aire casi sin respiración.

- Madre mía… me va a dar algo.- dijo él resoplando.

- ¿Sólo eso estaba marcado? ¿Era lo único relevante?

- Que yo recuerde sí, pero… no sabría decirte. La verdad es que no congeniamos tanto. La verdad es que fue algo borde, aunque probablemente ella se vea como enigmática, culta, y con cierto buqué oriental. Bueno, me fío de ti… lo cuál dice bastantes cosas de mi distintas a las descritas por ti hasta ahora…- dijo haciendo un ademán con los ojos esperando que notara la indirecta.

- ¿A parte de que quieras salir de aquí el primero?

- Si muero Scully, volveré para atormentarte.



Debía moverse rápido. Hasta ahora el dispositivo alienígena sustraído de Malrrum le había servido bien. Pero sabía que era cuestión de tiempo que aquellos pudieran detectarla. Engañar al mercenario había sido casi hasta fácil. En cuanto nombró a la Tierra supo que tenía que cambiar su estrategia, dado que alcanzar Cetus iba a ser complicado y largo en una nave, como había supuesto. Pero Tauri estaba marcado allí por algo, ella tenía el mapa, y éste le había llevado hasta allí.

La suerte había hecho el resto, estaba justo donde podría conseguir ponerle las piezas necesarias a aquel rompecabezas. Si conseguía lo que quería, ya pensaría como hacerse con el resto. Y estaba dispuesta a todo, estaba claro. No era la primera vez que mataba.

Tras deshacerse del soldado, avanzó por los pasillos tan rápido como la invisibilidad de su dispositivo la permitía. No quería arriesgarse, no hasta asegurarse de su objetivo. 

Entonces, al girar en un recodo de la zona, escucho por fin voces.




- No podemos esperar aquí eternamente, sin riesgo no hay gloria.

- Eso es estúpido.- le espetó Antea.- Muerto la gloria no te servirá de nada. Además, no voy a permitir que lo hagas. No hasta que…- Hiram dio un salto hacia la losa de Tauri que cortó la respiración a Lara al verle caer allí y quedarse inmóvil.

- Nunca he tenido dueño… Y mi vida es mi problema. Y he decidido avanzar. Y como ves, lo del veneno era coña.

- Sumo a todo lo anterior, temerario, insensato...

- Valiente…- dijo él con una sonrisa burlona.

- Un día se te acabará la suerte, ¿lo sabes no?

- Cetus… allá voy.- Con un salto algo más largo alcanzó la losa deseada. Se quedó inmóvil viendo que nada ocurría.- Parece que también es tu día de suerte. Vamos.- Antea guardó la cámara para avanzar a la primera losa. Tendría que esperar a que Hiram saltara fuera del damero para avanzar ella. El Tok'ra miraba hacia arriba desde su posición. Efectivamente la luz entraba de alguna forma, y de alguna forma también se reflejaba en lo alto de aquel lugar iluminando la pared enorme, que se alzaba ante ellos ahora y que ahora permitiría ver toda una amalgama de líneas, círculos, y elipses que desde su anterior posición era difícil tan siquiera vislumbrar.

- ¿Qué ves? - preguntó Antea.

- Un momento y lo verás tu misma.- dijo Hiram preparándose para saltar a zona segura al otro lado del damero, al hacerlo ambos contuvieron la respiración pero nada pasó. Luego Antea hizo el mismo camino, primero cayendo sobre la losa de Cetus. Desde allí ya pudo levantar la vista y mirar el magnífico espectáculo de luz de aquella forma de ingeniería tan antigua.

El lugar parecía hecho de tal forma que ocultaba a la vista su sencillez. Y efectivamente, todo un complejo de piedra pulida y espejos aparecían colocados de tal forma en lo alto de la caverna descomunal, que el mínimo de luz que seguramente entraba, lograba multiplicarse de tal forma, que iluminaba toda esa zona, mientras el resto estaba en penumbra u oscuridad absoluta.- Hay que reconocerlo, es muy ingenioso...

- Siempre lo fueron…- dijo Antea en un susurro avanzando despacio hacia la pared, donde en un hueco a modo de hornacina dejaba ver ahora lo que parecía un espejo de obsidiana pulido perfectamente, que la luz del lugar desde el otro lado de las losas había permanecido oculto hasta que llegaron a esa posición. Toda la pared tenía representaciones de nuevo del mismo dios. Tenía que grabar aquello, lo que estaba viendo no había sido contemplado en miles de años.

- ¿Y bien? - dijo Hiram con curiosidad.- Llámame de nuevo impaciente si quieres, pero te recuerdo…- el chasquido de la radio de Antea interrumpió sus palabras.

- Teniente Coronel, aquí Crucero Hammond, ¿me recibe?

- Alto y claro.- dijo ella tras accionar su radio.- ¿Qué tienen?

- El escaner nos indica trece formas de vida.

- ¿Está seguro que son trece y no catorce?

- Seguro. Nueve de ellas juntas en la misma galería.

- Los G.I. JOE .- dijo Hiram seguro de sí mismo.

- Éramos once en total los que usamos el transporte Asgard. Nos quedamos en diez, y os sumasteis cuatro más a la aventura. Dos de ellos acabaron precisamente con uno de los militares… La Jaffa porta una larva, es un dos en uno. A mi no me salen las cuentas.

- Eso puedo contártelo más tarde… ¿pueden indicarnos dónde están las demás formas de vida? - Antea se dispuso a tratar de obtener esa información. Aquella situación se le iba de las manos. Avanzó seguida de Hiram hacia la hornacina.

Y entonces se desató el infierno.
 

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