martes, 19 de mayo de 2015

DE VACACIONES por Michael Lammer



Oberwil 15 de julio 8:00 de la mañana.
Me encontraba saliendo de la ducha cuando escucho que alguien llama a la puerta, estaba con todo el cuerpo mojado y con un poco de prisa cogí la toalla y me la enrollé en la cintura y bajé las escaleras rumbo a la puerta, con cautela miro por la mirilla y veo a una mujer alta de pelo castaño y bien trajeada y supuse que sería Sara, una amiga de la infancia, ya que íbamos a la misma clase…ésta era una agradable persona, extrovertida y algo alocada. Abro la puerta y ésta me saludo.

- Hola Michael, ¿puedo entrar?- me miro a mi mismo y mi atuendo sin ruborizarme siquiera.
- Sí, claro.- abro la puerta del todo. La situación fue de lo más normal, al fin y al cabo no era la primera vez que ella me veía desnudo.
- Veo que te estabas duchando, si lo sé hubiera llamado antes de venir… habrás dejado el suelo hecho un asco.- dijo divertida.
- Bueno al menos no me he roto la crisma bajando por las escaleras - dije divertido - anda, pasa al salón y dame unos minutos - dije apartándome y dejándola pasar-…ya sabes por dónde se va…- ésta entró en la casa mientras yo corría escaleras arriba para ponerme algo más decente.
 

Diez minutos después…
 

Bajo por las escaleras completamente vestido, llevaba unos vaqueros y una camiseta, me dirigí al salón donde Sara esperaba sentada en el sofá, enfrente de ella estaba la mesita.
- ¿Quieres tomar algo? - dije rompiendo el silencio.- Un café, una cerveza, coca cola…
- Un café- dijo sonriendo, me dirigí a la cocina y prepare dos cafés ya que después de salir a correr suelo desayunar. Entré al salón, dejé dos tazas de café en la mesilla y me senté junto a ella.



- ¿Que te trae por aquí?- dije. Ella busco en su maletín y me enseño una foto, en ella se veía un hermoso colgante de oro y rematado con un hermoso diamante azul…Sabía que Sara era licenciada en historia del arte y arqueología, trabajaba aparte cómo directora del museo de historia de la ciudad se dedicaba su mayor tiempo a recuperar obras de arte perdidas y robadas. Trabajaba no solo para el gobierno Suizo, sino para toda persona individual o gubernamental, o institución internacional, su prestigio era incuestionable ademas ella era una gran cazadora cuando tenía un solo indicio, no paraba hasta que conseguía resolver el caso…pero no entendía que tendría que ver conmigo…
- ¿Qué es esto? - dije rompiendo el silencio, ella me tendió la foto.
- Esta es una joya que desapareció durante la década de los 30 y la segunda guerra mundial.
- ¿Y? No entiendo qué me une a esta joya…
- ¿Sabes algo de la familia Rosendorf? - me quedé un poco extrañado, el apellido no me suena de nada.
- No, ni idea, ¿de dónde eran?

- Era una afamada familia de joyeros que vivió en Berlín allá por la década de los treinta…- entonces até cabos.
- No será una familia judía, ¿verdad? - ella asiente.
- Así es, te lo pregunto porque tal vez tu abuelo puede conocerlos mejor.- me encojo de hombros.
- Pues no lo sé, mi abuelo vivió en Berlín durante esa época pero la ciudad era bastante grande incluso en esa época.
- Lo sé pero me gustaría preguntarle, necesito algo por dónde empezar,- dijo con voz suplicante, suspiro ante la sonrisa de ella.
- Valeee, iremos a ver a mi abuelo, no sé porque me metes en estos líos…
- Eres fácil de convencer y sé que los misterios te van bastante.- dijo con un tono de voz triunfante - ¿Cuándo iremos a Gstaad?
- Uhmm, cuando quieras, hace unos días comí con mi hermana y mis padres - dije - así que ahora toca hacer la visita de rigor a mis abuelos, ¿que tal si quedamos a las doce en la estación? ¿Porque iremos en tren, no?
- Vale, es buena idea, tardaremos menos que si vamos en coche…e iremos más cómodos, entonces te espero a las 12:00 en la estación.- dijo levantándose del sofá y dándome una palmadita en hombro.
- De acuerdo.- hice lo propio y la acompañe a la puerta, observe como ella salió y con un gesto de la mano observe como se marchaba cuando cerré la puerta y me prepare para pasar unos días en mis amadas montañas…


Estación Suiza de Basilea…

Estábamos ya subidos en el vagón de tren, el mismo aún estaba vacío así que elegimos sitios, coloqué las maletas en el portamaletas de la entrada y me dirigí a los dos asientos que habíamos cogido para nosotros, era el primer tramo del viaje, tendríamos que hacer tres trasbordos para llegar hasta Gstaad.

Camino de Gstaad…

Estábamos sentados mientras el tren seguía su camino cuando rompí el silencio.
- ¿Y dime, qué sabes de la familia Rosendorf? - Ella miró en un pequeño maletín que tenia, lo abrió y sacó unos papeles.
- Era una familia de larga tradición en el tema de la joyería y el trabajo con precias preciosas, al parecer sus antepasados se remontan por lo menos al siglo XI o XII.
- Vaya, pues sí tenían buen curriculum, ¿y quiénes están reclamando que les devuelvan la joya? - ella miró lo papeles.
- Al parecer hay unos descendientes que la reclaman.- la miro.
- ¿Unos descendientes? Eso significa que alguno de los miembros de la familia sobrevivió al holocausto ¿Y qué tiene de especial la joya aparte de lo evidente del enorme diamante azul?
- Precisamente es ese diamante azul lo que hace que esa joya sea tan valorada, es una piedra muy rara de encontrar.
- Ya, pero no entiendo qué interés tienes en hablar con mi abuelo.
- Tengo una corazonada.- me dijo, me encogí de hombros y la miré.
- Te creo…- dije mirándola, después de estuvimos hablando de cosas más banales haciendo del viaje algo agradable, me enteré que ya no tenía pareja y todas esas cosas, el viaje continuó, tuvimos que cambiar de tres dos veces más hasta que llegar a nuestro destino…

Gstaad

Gstaad es una pequeña comuna Suiza enclavada en el Cantón de Bern, es la típica población de casas de obra y madera rodeada de pastos y bosque de coníferas en el valle y pastos de hierba en las zonas más altas, donde pastan las vacas de raza Simmental durante la primavera y el verano, la población está rodeada de grandes montañas nevadas donde hay una estación de esquí…Gstaad tiene una población de poco mas de 7000 habitantes, la mayoría de ellos se dedican a hacer el famoso queso simmental aunque también es un famoso lugar turístico en invierno donde viene gente famosa a disfrutar del deporte del esquí, la altura del pueblo esta entorno a los 1050 metros de altitud.
Abandonamos la estación y pusimos rumbo a casa de mis abuelos, la misma estaba alejada del núcleo principal, pasamos cerca de la iglesia dejándola a nuestra izquierda, la tarde caía poco a poco y comenzamos la subida, el paso fue rápido hasta que la voz de Sara rompió el silencio.
- No me acuerdo donde estaba la casa de tus abuelos, Michael.- me paro.
- ¿Ves ese pequeño bosquecillo que hay? - dije señalándolo con el dedo.
- Sí, - dijo -…ahh vale estaba detrás, ¿verdad?
- Sí, buena memoria - dije -, es la ultima casa que hay, después solo hay pastos, montañas y buenos ríos.- dije, ella sonrió.
- No me extraña que te encantara venir aquí todos los veranos, y que me invitaras a venir… la verdad es que nos lo pasábamos en grande.
- Cómo no recordarlo…tú te lo pasabas muy bien, pero las vacas… no - dije recordando como las volvía locas, ella empezó a reírse.
- Bueno, algo había que hacer... la de burradas que hicimos… - la miro.
- Hiciste…a mí solo me volvías loco… - ella me miro triunfante.
- Ya, claro…Si te volvía loco…pero te gustaba y lo sabes, - dijo ella andando riéndose, dejándome parado como un gilipollas -…además a tus abuelos siempre les he caído bien a pesar de todo… - en eso si tenía razón a pesar de lo trasto que era siempre les dio la impresión de que era una buena persona…- ¡Qué diablos si hasta nos quisieron emparejar! - la voz de ella rompió mis pensamientos - ¿vienes o qué? 

- Voy, - con unas cuantas zancadas me puse a su altura, miré al cielo - se está haciendo de noche, habrás traído ropa. Porque creo que te vas a tener que quedar… - ella me mira.
- No te preocupes soy una mujer preparada - dijo señalando la maleta.
- Vale, sabes hay algo que siempre me ha gustado hacer.- de repente me paro y agachándome me descalzo cogiendo los zapatos con los calcetines, ella me mira pero no extrañada…- el camino se hará mas corto - dije apartándome del camino y adentrándome en los prados recién regados y cortados - ¡Vamos!- ella no se lo piensa dos veces y haciendo lo mismo que yo me sigue… sin tenerlo pensado le cojo la mano y agarrados continuamos ascendiendo rumbo a la casa caminando por la suave hierba.

El camino sobre los prados fue de lo más divertido y acortamos bastante ya que si fuésemos por la carretera más de media hora no te la quita nadie, aun íbamos agarrados de la mano cuando vimos la casa, esta era la típica casa Suiza de obra y madera, pero a diferencia de las más modernas, esta se notaba los años y la madera algo mas desgastada, esta es de tres plantas con una balconada de madera entre la primera y la segunda, la misma está plagada de flores así como en las ventanas el tejado es a dos aguas con tejas de color oscuro, arriba del todo está la buhardilla donde está mi habitación, abajo se encuentran la cocina, salón, un cuarto de baño…en el piso superior están las habitaciones y otro cuarto de baño, para subir a la buhardilla hay una pequeña escalera de caracol, detrás de la casa se puede ver un establo enorme donde mi abuelo estabulaba a sus vacas durante el invierno, el mismo ahora esta vacío, también hay un gallinero donde mis abuelos crían gallinas, algún pavo y ocas… cerca de la casa hay una cueva donde mi abuela lleva a sus quesos para que curen y envejezcan con el paso del tiempo, la voz de Sara me devuelve al mundo real.

- Habrás avisado a tus abuelos de que veníamos…- la miro.
- Sí, por supuesto, - ya hacia un rato que nos habíamos separado cuando la voz de una mujer mayor resuena en el lugar.
- ¡Michael! ¡Pero qué alegría! - La mujer de menudo tamaño se acercó y me dio un abrazo y los cuatro besos de rigor. Se la veía entusiasmada… - Estás guapísimo - ella se separa y observa que no vengo solo,- Hola querida, pero cuanto tiempo,- está claro que no hace falta más presentaciones, mi abuela la abraza y de nuevo los cuatro besos de rigor…se separan y la mira con interés.- Estás muy hermosa querida.
- Gracias Margaret, hacía tiempo que no la veía, se la ve, muy bien… - la mujer sonrió agradecida.
- Gracias, pero no creas ya una empieza a tener achaques por la edad,- mi abuela iba a cumplir 86 años y aun que diga que tiene achaques…ella en cuanto a nivel de cabeza como de físico estaba en excelentes condiciones, mi abuela es Suiza, ya que nació aquí…pero mis bisabuelos eran franceses, al parecer emigraron a suiza tras la primera guerra mundial…rompí la charla entre las dos mujeres.
- ¿Dónde está el abuelo? - mi abuela se volvió a mirarme.
- Está dentro, viendo la tele, está entusiasmado por tu visita, vamos que está loco por verte…
 

- Te llevo las cosas dentro.- cojo las cosas mías y las de Sara, ella asiente conforme, entro en la casa dejando a las dos mujeres hablando de sus cosas, lo que más me llama la atención cuando entro es el olor a queso que se nota en el ambiente ya que mi abuela se ha dedicado toda su vida a hacerlos y posteriormente venderlos en el mercado…camino por el pasillo, cuando llego a la escalera dejo las cosas a un lado y me dirijo al salón…cuando entro en la sala esta es espaciosa, con grandes ventanales, hay una chimenea, muebles con un montón de libros. Fotos…hay un sofá y un sillón el preferido de mi abuelo para sentarse a ver la tele. Veo que el hombre no me ha oído llegar, ya que estaba viendo lo que parecía ser un partido de fútbol con la tele un poco alta de volumen.

- ¿Quién va ganando? - Mi voz hace sobresaltarse al hombre que casi da un salto en el sillón, este se levanto con algo de dificultad debido a su avanzada edad y se acerco a mí y me abraza con fuerza dándome unos golpecitos en la espalda, verdaderamente estaba emocionado.
- ¡Qué alegría!, hacía tiempo que estaba preguntando por ti…

- He tenido mucho trabajo y el vivir en el otro lado del mundo no hace fácil verte tan a menudo como me gustaría…pero cuando se puede, vengo a veros, además voy a estar aquí unos días he venido para ir a pescar contigo, si quieres.


- Claro que quiero, ya sabes que la pesca es una de mis pasiones,- se separa de mi al notar la presencia de las dos mujeres que acaban de entrar por la puerta…- veo que vienes bien acompañado - dijo acercándose a Sara, le da un fuerte abrazo y los cuatro besos de rigor.- Me alegro de verte por aquí, estás muy guapa.- ella sonríe halagada.
- Muchas gracias, le veo muy bien.
- Sí, se hace lo que se puede.- mi abuelo Henri es de origen Alemán, nació en Múnich hace la friolera de 89 años pero vivió casi toda su juventud en Berlín, viene de una familia de militares profesionales, mi bisabuelo fue coronel, éste lucho en ambas guerras mundiales, tanto en la de 1914. Y en la de 1939… murió en el frente oriental de 1942 en Ucrania. La voz de mi abuela rompió el silencio.
- Voy a preparar la cena…fondue, rostí y pollo al curry…- dijo marchándose a la cocina, mientras los demás nos acomodamos en el salón, Sara miro al hombre un poco cortada pero aun así siguió adelante…
- ¿Puedo preguntarle una cosa? - dijo ella.
- Claro, pregunta,- esta saca la foto de la joya que me enseño a mí.
- Puede que sea una tontería, pero estoy buscando esta joya y estoy buscando información sobre ella, ¿sabría decirme si la ha visto o la conoce?…- le tendió la foto y mi abuelo la miró con interés, al parecer algo sabía sobre ella, pero lo que no esperaba era lo que nos iba a contar después…se la devolvió y le respondió con seguridad.
- Sí, la conozco,- la respuesta nos pillo de improviso.
- La vió.- dijo ella entusiasmada.
- Si, perteneció a uno de los joyeros de más renombre de Alemania.
- ¿Conoció a los Rosendorf? - mi abuelo asiente.
- Era una familia judía que tenía un joyería debajo de donde vivíamos en Berlín, después de que mi padre se quedo sin trabajo tras la gran guerra…cuando Alemania firmo el armisticio en 1919 el tratado de Versalles obligo a desmantelar al ejercito…durante los años 20, antes de que los nazis llegaran al poder el señor Robert y su familia gozaban de una fama justamente ganada, él aún a pesar de ser un hombre famoso y con dinero, era una persona gentil y buena.
- ¿Por qué dices eso? - Le interrumpí, mi abuelo siguió su relato.
- Porque le dio trabajo a mi padre cuando el país estaba en una situación tan precaria…le contrató como un hombre de seguridad tanto personal suya como de la joyería…el señor Robert y la señora Marie tenían cuatro hijos, los dos mayores tendrían en esa época 11 y 10 años y los más pequeños el niño tenía 4 y la niña solo tenía unos meses, me acuerdo que era el año 1928.
- ¿Qué pasó después? - preguntó Sara.

- Hasta la llegada de los nazis, le iba muy bien, pero con la llegada de Hitler todo cambió para ellos…Con los nazis en el poder los judíos primero fueron desposeídos de su ciudadanía alemana, coaccionaron a sus clientes potenciales para que no compraran en los negocios judíos…los camisas pardas se encargaban de ello y los señores Robert y Marie no fueron una excepción, para posteriormente requisarles sus negocios y propiedades, de la noche a la mañana se quedaron sin nada…salvo esta joya hasta que mi hermano se la robó.- Parpadeé incrédulo ante lo que estaba oyendo.
- ¿Quieres decir que un miembro de esta familia fue el responsable de la desaparición de la misma?

- Así es, cuando los nazis aprobaron las leyes raciales de Núremberg en 1936 yo tenía unos once años, mi hermano era cuatro años mayor que yo, en ese tiempo mi padre recuperó su trabajo como oficial del ejército alemán, en ese tiempo los militares no podrían votar y tampoco mi padre se sintió atraído por la filosofía del partido nazi por lo que nunca se dio de alta en el partido…pero mi hermano Marcus era distinto…este siempre destacó principalmente por su fuerza física y dotes atléticas, era un poco fanfarrón pero era buena persona…hasta que cayó en las garras del nazismo…
- ¿Qué paso para que cambiara tanto? - El hombre nos mira
- Porque te lavan el cerebro, te adoctrinan y como los nazis mejoraron la situación del país la gente les seguía fielmente…sobre todo a Hitler…este tenía un carisma tan especial que cuando le escuchabas te hacía sentir que podías ser invencible…Marcus se alistó en las Juventudes Hitlerianas de forma voluntaria aunque con la oposición de mi padre, que no lo veía con buenos ojos, con el paso del tiempo vimos como se había no sólo embrutecido sino que era un nazi totalmente convencido…
- ¿Y qué tiene que ver con la joya y el señor Robert?
- Un día estaba en casa con mi padre y mi madre cuando el señor Robert llamó a la puerta, cuando mi padre abrió la puerta vio a un hombre demacrado vestido casi con ropas viejas y estaba acompañado por Marie y los dos niños pequeños, este llevaba lo que era un estuche debajo del brazo, vino pidiendo ayuda a mi padre sabiendo que aunque era peligroso para nosotros, no se negaría, ya que nunca fue antisemita, le dijo que tenía planeado irse de Alemania y que no podía llevarse el estuche consigo ya que los guardas de las SA se lo quitarían nada más verlo, y pensó que en manos de un oficial del ejército alemán estaría a salvo…pero no pensó en lo que pasaría tres años después…
- ¿Qué paso después? - La historia me estaba dejando de piedra…
- Al final el señor Robert y su mujer y los dos niños pequeños intentaron salir de Alemania pero al no tener dinero no pudieron…fueron deportados al este y supongo que fueron asesinados en algún campo de exterminio de Polonia.
- ¿Y los dos hijos mayores? ¿qué fue de ellos?…
- Ahí voy, al parecer el hijo mayor al estar estudiando en un colegio inglés sí pudo salir del país y emigrar…pero no estoy seguro, es una suposición mía, si usted está buscando la joya es porque un descendiente de este, sigue con vida.- la mujer asiente.
- Así es…¿Qué pasó con la joya y con el otro hijo?
- Ocurrió el 9 de Noviembre de 1939…
- La noche de los cristales rotos…interrumpí.
- Efectivamente, mi padre ya no estaba en casa porque ya había comenzado la guerra, estaba en Polonia cuando todo ocurrió…
- Estábamos durmiendo en la habitación mi hermano y yo cuando un enorme jaleo en la calle nos despertó a los dos…yo medio dormido me asomé a la ventana y pude ver como un grupo de juventudes Hitlerianas estaban destrozando lo que quedaba de la joyería, cuando entraron en la tienda sacaron a rastras al hijo del señor Robert al parecer intentó defender lo que le pertenecía, vi como le estaban dando una paliza en la calle, el muchacho intentaba defenderse de los golpes pero fue inútil…cuando mi hermano Marcus entro en el salón buscando la pistola que tenía mi padre cuando abrió el cajón y vio el estuche, lo abrió y vio la joya, se le iluminaron los ojos, aun así dejó la joya en su sitio, observé que este estaba aun en cueros, ni siquiera hizo ademan de vestirse cuando encontró la pistola y salió raudo a la calle, vi como se acercó al grupo de chicos, estos al verlo aparecer se apartaron, estaba claro que se había ganado su respeto. Vi como empuñaba el arma, apuntó y disparó dos veces al pobre chico que estaba tendido en el suelo, uno en el pecho y el otro en la cabeza, matándolo en el acto…a los pocos minutos aparecieron varios SA y le saludaron con el clásico Heinz Hitler y brazo en alto, no dieron importancia al atuendo de mi hermano Marcus…solo cogieron al cadáver de los brazos y lo arrastraron por la calle dejando un rastro de sangre en el asfalto, hasta que lo cargaron en un camión y se marcharon como habían venido…mi hermano hizo el mismo saludo protocolario y se marcho siguiendo su camino.
- Estoy estupefacto, no me habías contado nada de esto.- el hombre me miro.
- No te lo he contado hijo porque no me has preguntado…- touche, pensé.
- ¿Qué paso después? - dijo Sara, que sin darnos cuenta había puesto una grabadora en la mesa y estaba grabándolo todo.
- Marcus subió de nuevo a casa, cuando entro en el salón y vio que lo había visto todo me miro con la mirada más fría que he visto en mi vida…y me soltó: "Solo es un puto judío…no le des más vueltas",- sin más se marchó a la habitación y durmió como si tal cosa…
- ¿Y cuando robó la joya? - Mi amiga Sara pregunto intrigada.
- Fue unas horas más tarde, yo desayunaba cuando mi madre entabló una fuerte discusión con él, le dijo que no quería tener a un asesino en esta casa, le amenazó con echarlo de casa…algo que a mi hermano no le importó mucho…porque tenía planeado alistarse en las SS…cosa que así ocurrió, sin más se acercó al escritorio donde estaba el estuche, lo cogió y se marchó…fue la última vez que mi madre lo vio, ya que este no volvió más a casa…
- Increíble, ¿y tiene alguna prueba de lo que nos ha contado? No es que no le crea, que sí lo hago, pero necesito una prueba tangible para poder continuar mi investigación sobre todo esto.
- Claro que tengo pruebas,- dijo levantándose, se acercó a la estantería y encontró lo que eran dos estuches circulares, estaba claro que eran dos películas antiguas.- estas películas las rodó padre, una fue en 1927 y la otra en 1934, si quiere se las dejo para que las visione.- dijo tendédselas.
- Muchas gracias,- dijo ésta cogiéndolas con cuidado,- me servirán de utilidad…
- ¿Puedes hablar más sobre tu hermano? - dije intrigado -…por lo que paso después….- mi abuelo se sentó de nuevo, cuando la voz de mi abuela resonó desde la cocina…
- La cena está lista, poner la mesa y todos a cenar…- una orden directa y concisa.

- Hablamos más tarde hijo, ahora vamos a cenar o tu abuela se enfadará, y eso sí da miedo,- dijo divertido nos levantamos y nos dispusimos a poner la mesa y posteriormente a cenar.

Acabamos de cenar cuando observé por la ventana que aún el sol no se había ocultado estaba haciendo bastante calor, así que decidí ir a darme un chapuzón a un salto de agua que estaba aquí cerca, la conversación sobre mi tío Marcus podría esperar hasta mañana. Me levanté de la mesa y mientras ayudaba a recogerla le propuse a Sara que si quería venirse conmigo… me dijo que tenía que hacer unas llamadas pero que se reuniría conmigo más adelante…
Salí de la casa, con una linterna por si la noche nos pillaba por el camino…empecé a subir por las suaves lomas que me conducirían a un pequeño bosque que ocultaba una catarata que tenía una poza lo suficientemente profunda como para poder bañarse…era una zona íntima y poco conocida, el camino se me hizo corto, en cuanto llegué a la catarata miré el lugar idóneo para dejar las cosas…había un pequeño prado al lado así que me pareció perfecto…en cuando llegué, dejé la linterna en el suelo y comencé a desvestirme, primero la camiseta, después los zapatos, el pantalón y el bóxer, me senté en la hierba y me metí en el agua, normalmente está en verano a una temperatura de unos 14 o 15 grados pero eso a mí no me importó nunca. He nadado en aguas a 1 o 2 º C, ya que el agua viene de los glaciares de más arriba…pero este año la noté más caliente como unos 20 ºC. El agua era totalmente transparente así que no ocultaba para nada mi desnudez…me agradaba sentir el agua fresca en mi cuerpo sin tener que usar un bañador…en algunos momentos hay que dejarse de remilgos y disfrutar de lo que cada uno tiene sin pudores ni vergüenzas…en Estados Unidos esto no se podría hacer pero aquí si no molestabas a nadie, sí…y estaba completamente solo así que, podía hacer lo que quisiera, como lo había hecho muchas veces en el pasado. Llevaba unos 15 minutos cuando la voz de Sara rompe el silencio.

- ¿Está buena el agua? - yo estaba aún debajo del agua cuando al salir a la superficie y al verla le respondí.
- Está estupenda.- ella me miró.
- Seguro,- dijo ella desconfiada,- ¿cuántas veces me habrás dicho eso y luego no es verdad?..- si podía siempre le tomaba el pelo con esto.
- Está muy buena de verdad, ¿por qué no la pruebas tú misma? - dije acercándome a la orilla, ésta se lo pensó,- Vamos, ¿no me dirás ahora que tienes vergüenza?…- ésta me miró con una falsa cara de ofendida.
- ¿Yo, vergüenza? Lo que no quiero es que cuando me meta en el agua esté helada,- le niego con la cabeza.
- Este año está mucho más caliente, supongo que con el calor que está haciendo se habrá calentado bastante para que te metas,- dije divertido, ella asiente y empieza a desvestirse…
- Pero no he traído el bikini...
- ¿Y quien necesita bañadores o bikinis?…aquí no hay nadie y no creo que te dé vergüenza bañarte desnuda conmigo, ¿verdad?- dije todo picaron…
- No…pero no mires, ¿vale? - me di la vuelta.
- Vale, no miro,- cuando me puse de espalda ella aprovechó para desvestirse e introducirse en el agua…y como yo le había dicho notó el agua estupenda, ambos estuvimos nadando hasta que nos apoyamos en la orilla, con la mano le señalé unas rocas más arriba.
- ¿Ves las rocas de ahí arriba?- ella miro hacia donde le señalaba.
- Sí…
- Pues ahí fue donde me rompí la pierna,- ella me miró.
- ¿De verdad?, vaya.

Cuando tenía diez años en un verano intentando emular a Superman me lancé al agua con la mala suerte que resbalé justo a la hora de saltar, me rompí el tobillo la tibia y el peroné, me tuvieron que operar como así atestigua una antigua cicatriz que tengo en la pierna derecha desde la rodilla hasta el tobillo, me pusieron clavos y placas para asentar el hueso pasando así uno de los peores veranos de mi vida ya que estuve tres meses en el hospital, más otros tres con la pierna inmovilizada y todo el año posterior rehabilitando la extremidad para que se recuperara por completo…algo que afortunadamente ocurrió, pero no pude venir el año siguiente y me tuve que quedar en Basilea…ese verano ella no vino por estar de vacaciones el Austria.

- ¿Cuántas veces habías saltado hasta que te caíste?

- Un montón de veces, la confianza muchas veces te hace ser desprevenido, te crees que lo tienes todo controlado y ya ves…
- ¿Volviste a saltar después?…
- Sí, claro, pero con más cuidado, ya no volví hacer el cabra…al menos hasta que me alisté en los Seals…
- Hablando de los Seals, dime cuántas veces te han herido…
- Herido, uhmm…veamos, las más graves dices…
- Sí, y alguna un poco azarosa…
- Así graves, solo tengo dos, no cuentan ni los rasguños ni las heridas superficiales…la más grave fue en un pulmón, me dispararon y aunque llevamos chalecos antibalas en esta ocasión, la bala que me alcanzó era de punta hueca así que lo traspasó…aunque no me enteré hasta que volvimos a la base…completando la misión.
- ¿Y no te dolía?
- Notaba que me costaba respirar, aparte de perforarme el pulmón me rompió un par de costillas y una vértebra ya que la bala entro y salió…comandé toda la misión y notaba un cierto dolor y algo de humedad por la hemorragia, pero con tanto equipo que llevamos encima, pensé que solo era sudor, hasta que cuando llegué al vestuario y me fui quitando el quipo vi que de sudor nada, era una hemorragia bastante abundante así que por mi propio pie entré en la enfermería…estuve un mes de baja.
- Y la otra,- salí del agua y me senté en la orilla, ella estaba aun en el agua…se dio la vuelta y se quedó mirándome a mí.- me dispararon en el muslo izquierdo.- dije mostrándole la cicatriz - La bala entró y salió atravesando el músculo y rompiéndolo, tuve suerte de que no tocara ni el fémur ni arterias o venas importantes…estuve diez días de baja.
- ¿Y la más azarosa?…- dijo divertida…
- Uhmm , me hirieron en los testículos…- ella se empezó a reír.
- ¿De verdad? ¿cómo fue?…
- Uhmm, estábamos en Afganistán, entramos en un poblado cuando tuvimos un tiroteo, una de las balas rebotó en una roca y una esquirla de un buen tamaño salió disparada y me alcanzó a mi por levantarme antes de tiempo ya que estaba arrodillado, fue como si se te clavase una flecha…me rompió la bolsa escrotal y tuve que completar la misión con los testículos fuera de la misma…fue bastante chocante. Cuando aseguramos el lugar me tuve que bajar los pantalones y la ropa interior para que uno de mis compañeros me examinara la zona y vi toda la piel colgando y esas dos pequeñas cositas a la vista…
- Te dolería bastante.
-Ni te lo imaginas…si a un tío le pegas una patada en sus partes se dobla de dolor, pues multiplícalo por diez…estuve una temporada sin poder ponerme nada ajustado por aquí abajo y con dolores a la hora de mear,- dije señalándome.
- No te ha m quedado secuelas,- no dijo preocupada.
- No, solo un cicatriz y ya está.

Observé que la noche caía poco a poco, la verdad es que estábamos muy a gusto en este lugar, pero debíamos volver. Me pongo de pie y observo a Sara en el agua, creo que ella me miró y se quedó un poco perpleja…estaba claro que empezaba a verme como una pareja más que como un amigo de la infancia, pero para no ponerla en un aprieto, cambio de tema.

- ¿Qué, te vas a quedar a dormir aquí? - ella me mira.
- No, claro que no, ayúdame a salir,- sin más la cojo de la mano y tiro hacia mi ayudándola a salir, ahí es donde me di cuenta de lo que habíamos cambiado ambos, pude contemplar el cuerpo hermoso de una mujer madura, nada que ver lo aquella chica adolescente de 17 años que le gustaba hacer estas cosas, la verdad es que me quedé atontado y mi querido amigo de ahí abajo empezó a tener vida propia, estaba más mirándola como pareja potencial que como una amiga, pero afortunadamente una brisa que azoto mi espalda me hizo reaccionar.
- Sera mejor que nos vistamos y volvamos…
Comenzamos a vestirnos cuando ella me hizo una pregunta curiosa.
- Y dime, ¿en Estados Unidos puedes hacer estas cosas? - me estaba poniendo los pantalones cuando la pregunta me pilló un poco por sorpresa.
- ¿Perdón?
- Estas cosas, lo de venir a un sitio apartado y nadar desnudo al atardecer.
- En Estados Unidos estaría prohibido, si te pillan te multan e incluso puedes ir a la cárcel, son demasiado puritanos, pero no creas que voy por ahí enseñando mis atributos a todo el que pasa, hay momentos para todo creo yo, además me gusta hacerlo aquí porque me siento muy a gusto nada más.
- Lo entiendo, es que este lugar es maravilloso y además poco conocido…salvo por las vacas y las marmotas.
Acabamos de vestirnos y volvimos a casa…mientras caminábamos ella rompió el silencio.
- Mañana volveré a la ciudad y visionaré las dos películas que me ha dejado tu abuelo, sabes que podemos estar abriendo la caja de los truenos.
- Es una historia interesante…tener en la familia un criminal nazi me resulta algo chocante…es una buena pista por donde puedes comenzar.
- Buena no, buenísima, tengo datos, fechas pero ahora falta cotejarlas, pero no dudo de su validez, ya sabes buscar documentos y demás en archivos históricos, esto llamará la atención de los que se dedican a cazar nazis.
- ¿Tú crees?, tal vez ya no esté con vida…pero creo que si seguirá vivo tendría que pagar de alguna forma lo que hizo.
- Eso no lo sabemos, por cierto ¿hasta cuando te quedas en Suiza?

- Aun me quedan tres semanas de vacaciones, pero volveré antes, ya que me cambiaron de destino y aun tengo asuntos que resolver ahí…quiero dejarlo todo resuelto…me quedaré dos semanas y media.
- Entiendo,- dijo con algo de tristeza en la voz…
Seguimos caminando hasta que llegamos a la casa, esta tenía las luces apagadas señal que mis abuelos estaban ya en la cama, nos acercamos a la puerta y con cuidado de no hacer excesivo ruido entramos, nos dirigimos a las escaleras de madera y subimos por ellas, nos paramos delante de la habitación donde iba a dormir ella.
- ¿Quieres que te acompañe mañana a la estación? - dije en voz baja.
- No hace falta Michael, ya me sé el camino a la estación, en cuanto sepa alguna cosa te mandaré un Whatsapp.
- Vale, de acuerdo,- sin esperarlo ella se acercó y me dio un beso en la mejilla, sus labios rozaron levemente los míos, pero sin más se separó y me miró.
- Buenas noches,- dijo ella abriendo la puerta y metiéndose en la habitación, antes de que cerrara la puerta de ella le deseo lo mismo.
- Buenas noches…- sin más ella cerró la puerta y yo me encaminé a la escalera de caracol y subí por ella, entre en la habitación, la buhardilla tenía sus ventajas y desventajas, era la habitación más pequeña, pero esto se compensaba con poder ver las estrellas mientras estaba tumbado en la cama, ya que tenía una ventana en el techo. Me acerqué a la cama y me senté en ella, estuve unos minutos pensativo en lo que había pasado hoy…mi mente divagó y divagó, hasta que me di cuenta que habían pasado diez minutos con mi mente en Oz…sin más me levanto y vuelvo a bajar para ir al baño, ya estaba vacío y pude hacer mis cosas antes de irme a dormir…volví a subir y entré en la habitación y cerré la puerta, me acerqué a la cama y comencé a desvestirme, primero la camiseta, los zapatos, calcetines etc., una vez terminé deje la ropa en una silla bien colocada, me acerqué a la ventana lateral, la abrí para dejar entrar el frescor de la noche y después a la ventana del techo e hice lo mismo. Hecho esto, abro la cama y me meto en ella, una vez acomodado el sueño me venció…

To continue...


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