domingo, 17 de mayo de 2015

PENSAMIENTOS DE UN ASCENDIDO. por Amaunet



Todas las historias cortas deberían comenzar por... “Cuenta una antigua leyenda que...” pero esta historia corta comienza por “Cuando la mente está iluminada: el espíritu es libre y el cuerpo no importa...”. ¿Confuso, verdad? Pues ese es mi estado y mi historia ahora.
Aunque en un principio todas estas frases sonaban bastante descabellada, me costó su tiempo entender el fondo de cada una de ellas. Fue gracias a un Monje en Kheb donde pude escuchar por primera vez expresiones tipo...“El sol es cálido, el viento salvaje. La hierba crece en las orillas. Nadie se puede esconder” o “Los que buscan su identidad, encuentran lo que buscan” e incluso “El relámpago brilla, las chispas saltan y con un solo parpadeo puedes verme”. Y por supuesto mi favorita: “Si descubres que la luz de una vela quema, necesitarás tiempo para asumirlo”. Créanme... en un principio sonaban a rompecabezas de un tipo vestido con hábito que aseguraba que “Un hombre alto no puede esconderse entre el pasto”... como si no pudiera agacharse.
Para colmo, nunca he creído en el destino. Soy un hombre de ciencia, aunque he llegado a ver cosas que podrían haber competido contra esa misma ciencia. Cuando aquel Monje comenzó a explicarme que el destino estaba en mis manos o que la iluminación es algo que no se puede alcanzar si se huye de la muerte, supe que me hablaba de algo grandioso y de que algo también muy grande debería dar a cambio para alcanzarlo. Trató entonces de “liberar mi carga”, de hacerme comprender que el tiempo en realidad no significa absolutamente nada, y que aunque hay muchos caminos que conducen a ese lugar, hay muy pocos que encuentran el suyo. Logré entenderlo al final de aquella misión en aquel planeta pero... fue bastante desesperante al principio: nunca he sido muy bueno jugando a encender velas usando la mente o a quemarme por seguir los consejos de alguien que no comprendo lo que dice, de ahí... lo de mi frase favorita. 

Al grano. Tras aquella experiencia en Kheb, tuve que pasar por otra que me llevaría más cerca de aquella doctrina. Fue el momento en el que para alcanzar “mi camino”, debí entregar lo más grande que un humano posee: la vida. En cierta forma, “morí” para los que me conocían, pero en realidad he ascendido a un lugar donde puedo ver y entender cosas que jamás antes hubiera llegado a pensar. Y tuve la fortuna de poder elegir serlo. Tuve que dejar a mucha gente que apreciaba. Ya no podrían verme, y si lo hacían... probablemente no me creerían.
Una vez abandoné mi cuerpo mortal, he podido viajar por el Universo, que es mucho más grande aún de lo que cualquiera puede pensar. Pude pasearme por mi mundo, sin que aquellos a los que dejé por esto que ahora soy, me vieran. Podía ver a Sam trabajar en la base si sentía nostalgia, podía visitar a Teal’c durante su meditación como antes hacíamos, e incluso podía escuchar a Jack hacer comentarios tan típicos de él aunque como de costumbre, fuera de lugar. Aquello me traía buenos recuerdos y para qué negarlo, los echaba de menos. En cierta forma, nunca pude liberarme de aquellos a los que un día dejé para comenzar esta aventura.



Precisamente tuve que ver a Jack al borde de la muerte para comprender que la ascensión no me proporcionaba la sabiduría, ni me hacía un ser todopoderoso, y que sólo había comenzado un gran viaje con muchísimas limitaciones. Comprendí al ver sufrir a mi amigo, que no podía cambiar las cosas que no me gustaban, aún teniendo el poder para hacerlo. Pero sin duda, lo peor... fue tratar de explicarle a un amigo que estás allí para ayudarle, y que él te crea una visión, un fantasma o lo que es peor... una alucinación que se materializa frente a él sin intervenir para evitarle el sufrimiento. De aquella situación siempre recordaré los momentos en que discutí sobre mi presencia, sobre mis limitaciones y sobre una amistad que en el pasado hubiera dado la vida en aquella compleja trama, y que en esos momentos nada podía hacer, salvo recibir un zapato a la cabeza para comprobar si no se estaba volviendo loco. 

Algo parecido pasó poco después con Teal’c. Siempre he apreciado a Teal’c, dada las circunstancias en las que ambos nos hemos conocimos. Cuando sentí que su vida estaba en peligro, quise ayudarle sin intervenir tan directamente como con Jack. No quería que acabara tan confuso como él. Y entonces pasé de ser una alucinación... a un sueño. No es que sea aquello mejor, pero es difícil acostumbrarse a ser un miembro confuso en un sueño de Teal’c entre dos mundos: el humano y el Jaffa... y encima haciéndome pasar por psiquiatra. Al final, mi intervención en aquella “trama de locos” sirvió para lograr que su fortaleza le llevara hasta el final, eso sí, sin intervenir directamente pero consiguiendo distraerle... y sobre todo confundirle, durante aquel espacio de tiempo.
Y aquí estoy hoy, oculto a la vista del enemigo, saltándome las reglas de mi nueva forma de existencia, para ayudar a aquellos de los que jamás he podido librarme: mis compañeros de equipo en mi forma de vida mortal. Voy a enfrentarme al goa’uld más temido de la Galaxia para salvar a aquellos en los que creo, yendo contra todo lo que me han enseñado hasta ahora y para colmo... después de haber pasado por la engorrosa situación de contarle a Jack dentro de un ascensor, parado y casi a oscuras, lo que estaba ocurriendo. Siendo para colmo reprendido por mi falta de tacto ante aquellas “apariciones” y lo más importante, siendo ironizado por Jack al pedirle ayuda a él, dada mi situación de ser de luz y poder. O sea, era capaz de ascender a otros, e incapaz de escribirles, hacer una llamada o enviar saludos. Está claro que Jack jamás comprenderá lo que soy; así que, aunque en un principio traté de explicarle por no se cuánta vez, que mis actos están sujetos a reglas y que estar allí era una infracción, por lo menos logré captar su atención y que comprendiera que había gente en peligro, aunque siguiera sin comprender que continuaba en mi posición de ver pero no tocar, subido en mi peculiar cuerda floja.
Y aunque es una infracción tremendamente grave el hecho de haber hablado con él sobre algo que no fuera ascenderle a mi estado, interviniendo en sus vidas, en vez de darles tan sólo apoyo moral, creo que está vez está plenamente justificado. Espero que Los Otros, crean lo mismo que yo porque sino... tendré graves problemas. Me enfrentaré a Anubis con mi poder “prohibido usarlo” y que pase lo que pase. Al fin y al cabo como una vez me dijeron “El Universo es enorme y nosotros somos muy pequeños. De él sólo podemos controlar una cosa: Elegir ser buenos o malos” y yo ya me cansé de ser el malo, el que no escribe, el que no traspasa paredes, el que no interviene aplastando naves goa’uld lanzando bolas de energía, y el que se “aparece” a todos, menos a Sam... que fue sin duda la que más sufrió mi ausencia, dicho sea de paso.
¡Ah!, eso sí. Aprendí que tanto Jack como Teal’c, tienen miedo de contarles a otros sus sentimientos. En este caso, lo que sintieron al verme, ya fuera fantasma, visión, sueño o alucinación.
- ¡Quieto! – exclamé segundos después de materializarme ante Anubis al ver sus malísimas intenciones. Un tal Herak, Primado de Anubis presente en la sala, dispara contra mí... ¡qué iluso!
- Detenme... si puedes.- me contestó Anubis con su característica voz. No puedo asegurar con qué semblante lo decía porque todos sabemos la poca expresividad de su rostro. Me armé de valor, me concentré, pensé en mis amigos, abrí mis manos (usé gratis la energía de su nave), apunté con mi “poder prohibido” y ¡fuego!
¿Quién me iba a decir a mi que cuando decido intervenir de verdad contra los malos, para ser por fin un poderoso ser de luz verdaderamente útil, sería incapaz de hacer funcionar correctamente “mi don” entregado? Si llego a saber esto después de todo lo que he pasado... mi sufrimiento para ascender, la despedida de mis amigos, el ser alguien al que no pueden tocar, etc, etc, etc... me hubiera pensado dos veces haber ascendido a un nivel superior, que mucho impone con su presencia y sus artes, pero que poca acción tienen en sus vidas existenciales, caminando siempre en la dichosa cuerda floja. 

Y ahora... parece que voy a descubrir qué es lo que pasa cuando olvidas lo de la cuerda, lo de las reglas, lo de las limitaciones y lo que es peor, descubrir sus consecuencias. Una cosa es ser aparición, visión, sueño o alucinación y otra ser el tipo “alto” que no puede simplemente agacharse cuando Anubis le devuelve el fuego. Por lo menos mis amigos están a salvo, aunque lo que es de mi... pero eso ya es parte de una historia corta diferente. 

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